14 octubre, 2007

Democracia en AL: ¿hacia un nuevo modelo?

Los resultados de las recientes elecciones constituyentes en Ecuador sugieren -como antes en Venezuela y Bolivia- que la democracia, tal como la conocemos, podría estar sufriendo un proceso de reconversión hacia un nuevo modelo con características no precisamente democráticas. El juego consiste en convocar, apenas iniciado un nuevo gobierno surgido de las ánforas, un proceso electoral-plebiscitario para instalar una asamblea constituyente con la finalidad de aprobar un nuevo pacto social a la medida del partido oficialista de turno.

Nadie puede objetar este mecanismo de cambio de sistema, pues la consulta ciudadana se realiza con participación de organismos regionales como la OEA o la Unión Europea y ONGs americanas como el Centro Carter, que actúan como “veedores internacionales”, legitimimando con ello los resultados.

Por lo demás, la voluntad de los electores se expresa en sufragio directo y democrático, aunque no siempre del todo libre. Los gobernantes de turno utilizan el poder que les da la administración del Estado para orientar el curso de la votación. Ocurrió con los camisas rojas de Venezuela y con el manejo dispendioso de publicidad oficial en plena campaña electoral en Bolivia y Ecuador.

Este nuevo modelo de democracia plebiscitaria busca también reemplazar los órganos de la vieja democracia –como el Congreso- por otro surgido del nuevo modelo –la Asamblea Constituyente.

Evo Morales se equivocó en esta línea al considerar dos tercios de votos para aprobar cada artículo de la Nueva Constitución. Esto lo mantiene ahora entrampado pues lo obliga a negociar y pactar cada línea con la oposición, retrasando sus planes reeleccionistas; pero, además, lo desgasta políticamente al mantener en la práctica dos congresos en pugna y una abultada planilla de legisladores.

En Ecuador, el presidente Rafael Correa aprendió de los errores de Evo y, sin problemas, acordó que la aprobación de cada enmienda constitucional sea por mayoría simple.

La región incuba entonces dos expresiones de la democracia. Una formal, con parlamentos legislativos y ejecutivos renovables cada periodo de tiempo con alternancia política; y otra con parlamentos constituyentes iniciales, fundacionales, en los que se establecen y aprueban las nuevas reglas de juego entre el Estado y la sociedad.

El padre de este modelo de “democracia de nuevo tipo” es el presidente de Venezuela Hugo Chávez, inspirador ideológico de la V República Bolivariana y del Socialismo del Siglo XXI.

En el Perú, el fracaso de la actual administración aprista y la desesperación de los más pobres por resultados inmediatos pueden actuar como catalizadores de este proceso que busca presentar al sistema democrático formal como agotado.

No en vano una encuesta realizada en abril del 2004 por el programa de Naciones Unidas para el Desarrollo revelaba que más del 50% de los latinoamericanos “están dispuestos a sacrificar un gobierno democrático en aras de un progreso real socioeconómico”, es decir, con alguna forma de gobierno autoritario.

En nuestro país la encuesta de octubre de 2007 de la Universidad Católica señala que 56% se siente insatisfecho con los resultados de la democracia, aunque 55% la prefiere a otro sistema de gobierno. Una ventana de oportunidad que no podemos darnos el lujo de desperdiciar por resultados de gobiernos que sólo reflejan ineficiencia en la gestión, copamiento partidario estatal y altas dosis de corrupción. Esta vez el fracaso de una administración de gobierno puede arrasar con todo el sistema.


P.d. Hoy cumplo un año posteando “Politikha”; ocasión propicia para rubricar esta columna. Un agradecimiento especial a los anónimos lectores. Sirva también el espacio para solidarizarme con Gustavo Mohme Seminario, Ángel Páez, Edmundo Cruz, Carlos Tovar y Juan Carlos Tafur. Así como nada es casualidad en política; en el periodismo -arena política por excelencia-, tampoco.

1 comentario:

Anónimo dijo...

Buena, Lucho Beto.
Un año no es ninguno... sigue compadre.