Decir no es un poder que algunas mujeres en el Perú no tenían. No podían oponerse a vestir mandiles en la calle. Si sus patrones la obligaban a llevar uniforme cuando salían a la calle no había forma de negarse. Ninguna ley protegía este simple derecho a decir no. Hasta hoy que se emitió el Decreto Supremo 004-2009-TR que prohíbe el uso de uniforme para las empleadas del hogar en espacios o lugares públicos.
Es un avance en pro de la inclusión social y que reduce los márgenes de la discriminación racial.
Muchas familias ricas obligan a sus empleadas de casa a llevar uniforme todo el tiempo, lo que generaba en no pocos establecimientos privados –restaurantes, playas, etc.- una señal de diferenciación social.
Las empleadas uniformadas no podían ingresar a las zonas de entretenimiento de los “señores”. En algunas playas se les prohibe incluso nadar junto a sus patrones o ingresar a los mismos servicios higiénicos.
El Decreto aprobado busca terminar esta práctica discriminatoria. Indica también que los establecimientos públicos y privados no pueden invocar reglamentos internos para hacer diferenciaciones con las trabajadoras del hogar.
Aunque nada dice sobre qué pasa si alguien incumple la norma o -peor aún- se resiste abiertamente a igualar en derechos a las empleadas del hogar y al resto de la sociedad.
Este es sólo el primer paso en la larga marcha de conquistas de derechos sociales de los más vulnerables socialmente.
Habrá que avanzar en su seguridad social obligatoria, regulación del periodo de trabajo y reconocimiento de vacaciones anuales. Existe una ley que ampara estos derechos, pero no se cumple.
Ojalá no pase lo mismo con este decreto supremo. La ley no dice nada, por ejemplo, si la empleada decide “voluntariamente” seguir vistiendo su uniforme en la calle.
Tampoco se puede aceptar el chantaje del empleador ante los más débiles.
Ahora cuando un patrón quiera obligar a una trabajadora del hogar a vestir uniforme un domingo cualquiera en que la familia sale a la playa, ella puede sencillamente decir: No, señor. No llevaré uniforme. Así nomás estoy bien. O no y punto.





