El 47% de los peruanos quiere un nuevo candidato presidencial, señala una reciente encuesta de Ipsos Apoyo. Solo el 45% se considera representado por alguno de los candidatos actuales. Tal parece que seguimos en búsqueda de un outsider.
Este porcentaje tan alto de gente esperanzada en un candidato de última hora sería un síntoma del desencanto que produce la política.
La cifra revelaría en realidad la enorme sensación de frustración que tienen los ciudadanos al contrastar la realidad con sus expectativas de un Estado eficiente al servicio de las mayorías.
Esa gente, peruanos sufridos que viven el día a día, cifran su esperanza en un candidato desconocido; un hombre o mujer que salga de atrás, que irrumpa de la nada y que nos envuelva de esperanza.
¿Qué pide esa masa contundente de peruanos de a pie cansados de la mecida, la desidia y el latrocinio?
Que la política no sea una entelequia, entendida como sueño, quimera o fantasía; sino que recupere su concepción aristotélica de fuerza interior que impulsa el desarrollo de las cosas.
Que la política no esté más asociada a palabras como contubernio, negociado o corrupción.
Que los intereses de la política sean públicos y no privados.
Que la política, trate de los asuntos prácticos de la vida. Y los resuelva.
Que la Educación sea útil a los futuros ciudadanos y los incorpore activa y competitivamente al mercado laboral.
Que el servicio de Salud pueda salvarle la vida a uno, sin que primero le digan que pague en caja para operarlo.
Que el servicio de Transporte público funcione con orden y eficiencia. Que no se rompan las pistas por gusto.
Que la Justicia sea producto de la razón y no de abogados, fiscales, jueces y secretarios aceitados.
Que los congresistas legislen en nombre de las mayorías y no de intereses privados.
Que los pobres sean titulados si tienen tierra y que el Estado les redistribuya nuevas tierras si no la tienen.
Que se amplíen los servicios de agua, desagüe y energía.
Cosas prácticas, cosas diarias. En suma, esta gente busca que la política trate de mí, de ti, de todos.
Cuanta verdad en tus palabras. La gente está cansada de ofertas electorales y promesas incumplidas. Queremos un político de carne y hueso, honesto, que no robe, que no improvise y que sepa lo que hace .
ResponderBorrarVilma.
Será dificil, muy dificil encontrar un candidato que reuna la mayoría de los requisitos que con derecho el pueblo exige de sus gobernantes. Como Vallejo diremos "hay hermanos, mucho por hacer". Tal vez la propuesta de un candidato nuevo, capaz e inmaculado, sin mañas y solamente honesto(outsider le dicen)sea la alternativa para nuestro país. Vale intentarlo, no podemos perder la esperanza. ¿Pero habrá uno siquiera?
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