La situación del ministro Pastor al frente del Ministerio de Justicia es insostenible. Si tuviéramos un gobierno que se respete, claro. Estaríamos asistiendo a sus últimos estertores en el cargo.
¿Qué tipo de ministro puede cometer tantos y tan seguidos errores y continuar orondo en su puesto, y hasta haciéndose el ofendido?
Fue Pastor el encargado de armar, convalidar y entregar el expediente que sirvió para que el Presidente Alan García firmara el indulto por razones humanitarias al sentenciado José Enrique Crousillat.
Fue el mismo ministro de Justicia el que ignoró los informes médicos del Instituto Nacional Penitenciario –bajo su jurisdicción- que reiteraban que la situación de Crousillat era “clínicamente estable” y, en consecuencia, debía volver de inmediato a prisión.
Es Pastor quien sale a defender el indulto cuando la prensa demuestra la existencia de al menos tres informes médicos que ratifican la buena salud del indultado. Los informes médicos son fechados en Noviembre de 2008, Febrero del 2009 y Marzo del 2009.
Es el mismo ministro quien al terminar el Consejo de Ministros afirma que el gobierno se siente “sumamente preocupado” por las supuestas presiones ejercidas por el gobierno de Alejandro Toledo en el traspaso de acciones de América Televisión y exige –en nombre del gobierno- que el Congreso y la Fiscalía investigue el tema.
Es Pastor también quien con la misma flema con la que dijo lo que dijo, se desdice y afirma que pedirá al ministro de Salud que conforme un equipo de especialistas que revise los informes médicos del indultado.
Y es también el ministro Pastor quien retiró la propuesta que formuló en la víspera de conformar una comisión investigadora sobre una supuesta transferencia indebida en América Televisión.
En conclusión, Pastor es un ministro capaz de sostener y defender la posición de la víctima y del victimario. Todo al mismo tiempo, con la misma conchudez y sin que se le mueva un pelo.
Digno émulo de su jefe.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario
Todas las opiniones son bienvenidas siempre que sean respetuosas con los derechos fundamentales del ser humano.