La definición del Presidente Humala en pro del proyecto Conga ha cobrado su primera víctima: el asesor presidencial Calor Tapia.
En este mismo espacio decíamos hace unos días que “Al definirse en pro del proyecto minero, Humala debe resolver la manera de enfrentar a sus críticos de dentro y de fuera”.
Y añadíamos: “Para nadie es un secreto que el sector más resistente a la posibilidad de que ingresos capitales privados es la izquierda radical; la misma que acompañó a Humala y se cobijó como proyecto político en La Gran Transformación”.
Tapia simboliza la derrota del sector izquierdista que llevó a Ollanta Humala al poder. Y su sorpresiva renuncia representa también un realineamiento de las fuerzas internas.
Pero lo más grave, no es que se desgaje una facción de poder. Al fin y al cabo esto ocurre de manera permanente dentro y fuera de los círculos de poder.
En toda organización se constituyen grupos de interés o influencia o, como decía Duverger de los partidos políticos, se forman “comunidades de intereses”.
Lo preocupante de la denuncia de Tapia es la existencia de mecanismos que creíamos superados en democracia: seguimiento, chuponeo, intereses extranjeros enquistados en Palacio de Gobierno y uso político de los servicios de inteligencia.
No se puede aceptar que métodos antidemocráticos se usen contra quienes se consideran rivales dentro de un círculo de poder.
Indicaría que no habríamos aprendido la lección de los noventa cuando los servicios de inteligencia se usaron como brazo político del gobierno con el ánimo de perpetuarse en el poder.
La Presidencia del Consejo de Ministros ha señalado que no es práctica de este ente del Estado realizar este tipo de seguimientos.
Pero, la denuncia de Tapia es concreta: hackeo de sus correos electrónicos, seguimiento de sus actividades, interceptaciones telefónicas y campaña de intriga dentro de los círculos de poder de parte de un grupo de asesores presidenciales:
Luis Favre, brasileño, experto en marketing electoral, asesor de campaña electoral que asume ahora tareas de asesoramiento en políticas de gobierno; Adrián Villafuerte, general retirado del Ejército, considerado el factótum de los cambios en el Ejército y Policía General; y Víctor Gómez Rodríguez, jefe de la DINI, ex jefe de seguridad de empresas mineras.
El Presidente Humala no puede ser víctima de la intriga profesional.
Gobernar en democracia no es sólo hacerlo respetando los poderes del Estado, sino respetar las instituciones. En especial, aquellas que velan por la seguridad interna y externa.
“Es preferible advertir, para después no lamentar”, ha dicho Tapia. Ese camino ya lo conocemos. Y por la salud democrática del país, no queremos volver a transitarlo.
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