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28 marzo, 2012

El reto de Nadine

Nadine Heredia es una mujer diferente, de nuestra época, liberada. Le gusta andar en jeans y polos a diario, no es que le disgusten las telas más refinadas y las sesiones de fotos fashion, pero lo que realmente le fascina no es Ripley, sino acompañar a su esposo en las tareas de gobierno.

Quienes han compartido la experiencia de los Humala-Heredia en sus primeros días en Palacio de Gobierno cuentan que la pareja esperaba los despachos con los ministros como dos alumnos aplicados en su primer día de clases. Cada uno con su cuaderno, preguntaban y anotaban todo. Querían saber en detalle la administración de gobierno.

La imagen de ese momento enternecía a más de uno. "Era como si en verdad hubieran asumido que tenían un sentimiento compartido en la responsabilidad de gobernar", me dijo un ex ministro. Una pareja joven que de la noche a la mañana se encontró con el poder y quería hacer bien las cosas; por eso se preparaba y aprendía en fast motion. El que mejor capitalizó estas ansias por conocer de la pareja presidencial el Estado por dentro, fue, sin duda, el ahora ministro de Economía Luis Miguel Castilla.

Lo que preocupó, sin embargo, a los observadores fue comprobar que de las anotaciones del cuaderno se pasó luego a las órdenes cruzadas, al reparto de roles de comando de gobierno y, en algunos casos, a la representación real del ejercicio de gobernar; solicitar información, atender recomendaciones, entrevistar candidatos,enviar mensajes y dictar políticas sectoriales.

El compartimiento de roles de la pareja presidencial no está consagrada en la Constitución. El ejercicio del poder lo detentan los ministros de Estado por una razón fundamental: son responsables de los actos que realizan y firman. Tienen responsabilidad funcional, administrativa y penal.

Las decisiones que se toman en el Gobierno tienen sus reglas y leyes. Estas decisiones corresponden a los funcionarios de Estado. La primera dama, con todo el apoyo y soporte que significa según ha dicho su esposo, es un título honorario. No es un cargo de Estado. Ni siquiera formalmente tiene despacho en Palacio de Gobierno.

Por obra del gobierno anterior, la primera dama no es funcionaria pública. No tiene responsabilidad administrativa ni funcional. Pero, en la práctica, toma decisiones, usa los bienes del Estado, dispone de ellos, ejecuta presupuesto y no responde ante nadie.

No se discute su rol de mujer moderna y socia política de su pareja, co-fundadora del Partido Nacionalista. Ese es un mérito enorme y se le reconoce. Pero los peruanos elegimos a un Presidente, no a una pareja presidencial.

Tenemos una primera dama diferente, hay que reconocerlo. Violeta Correa fue siempre una mujer identificada con los pobres, pero su trabajo fue más de obras de bien social a través de las cocinas familiares. Pilar Nores tuvo que aferrarse a una ONG privada (Sembrando) para poder hacer su trabajo de promover el proyecto de cocinas mejoradas. Eliane Karp acompañó al Presidente Toledo ejerciendo su profesión de antropóloga y realizando trabajos por la inclusión social, principalmente con las comunidades indígenas.

Pero Nadine Heredia ha optado por realizar una obra de proyección social que la lleva, en algunos casos, a disputar el protagonismo de su esposo. Ella moviliza el Estado. Por más que el presidente haya dicho recientemente que quien gobierna es él, ni la propia periodista que lo entrevistó le cree en este punto. Nadine no puede ser vista como copresidenta. Eso no le hace bien en primer lugar al propio presidente Humala.

Para ejercer con transparencia el poder sólo existe un camino: asumir un cargo público y someterse a las exigencias y rigores de la ley que demanda la responsabilidad de administrar el Estado. Ese es el reto de nuestra peculiar primera dama.

1 comentario:

  1. Anónimo7:43 a.m.

    Un poco machista tus comentarios, aunque los pintes con tintes legales y constitutivos.

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