Mi madre nació en 1940 y alcanzó a ir al colegio hasta 1950, año en que dejó las parcelas de arroz, frijol y yuca en el campo de Piura y se trasladó a Lima para trabajar. Estudió solo hasta tercero de primaria en una escuelita rural, cerca de su casa. Tuvo suerte que el colegio quedara sólo a quince minutos a pie de su casa. Otros amiguitos y amiguitas venían de mucho más lejos y debían caminar una hora o más. Estudiaba dos turnos -mañana y tarde-, de manera que, en el entretiempo, muchas veces tenía que regresar a casa y ayudar a su madre a cocinar. Cuando había que ayudar con los animales –lo que ocurría casi siempre-, ya no regresaba. Así, con dificultades, aprendió a leer, a sumar y restar. Le ayudó para defenderse en la vida.
Eso fue hace más de sesenta años. Leyendo un informe sobre la escuela rural hecho por la Defensoría del Pueblo (DP), podemos afirmar que para algunos peruanos, para los peruanos del Perú rural, en materia de Eduación, las cosas no cambian o lo hacen muy poco (1).
Según cifras del MINEDU, el 70% de los colegios públicos de nivel primaria son rurales. Una visita a 451 de esos colegios hecho por la DP, encontró que el 84% de los estudiantes de zonas rurales sigue trasladándose a pie. La mitad de ellos demora hasta media hora para llegar a su escuela. Un 26% toma entre media hora y una hora y un 14% entre una y dos horas.
El informe encontró el caso excepcional de un niño de una escuela del distrito de Corani, provincia de Carabaya, departamento de Puno, al que le toma más de cuatro llegar a su colegio. (Si me preguntan quién es el hombre del año, he aquí mi candidato).
Hay avances colectivos, por cierto, el 75% de las escuelas tiene servicio de agua y el 66% tiene electricidad. Pero las necesidades siguen siendo altas. 90% de las escuelas requieren mantenimiento de infraestructura y 68% mantenimiento de mobiliario escolar.
En materia de telecomunicaciones estamos desconectados. El 99% de las escuelas en zonas rurales carece de teléfono propio y un altísimo 96% no tiene acceso a internet.
Por otro lado, el 92% tiene acceso a servicios higiénicos básicos, pero el 80% de ellos es en realidad un pozo séptico, lo que revela el enorme déficit de obras de alcantarillado en las zonas rurales del país.
El informe también analiza una respuesta práctica puesta en marcha desde el Estado con la entrega de bicicletas a niños matriculados en escuelas rurales. El programa tiene dificultades (2). "La supervisión permitió observar que no en todos los casos esta sería la medida más adecuada debido a las características del trayecto que los/las estudiantes deben recorrer. Así, por ejemplo, en zonas de sierra, elevadas pendientes dificultan el uso de bicicletas y obligan a los/las estudiantes a cargar con ellas generalmente durante el tramo de regreso, debido a que sus hogares están ubicados en zonas altas", dice el documento de la DP.
Esta realidad de la escuela rural es la raíz que explica la brecha social y la desigualdad económica que tenemos como país. Los niños y niñas de las zonas rurales carecen de igualdad de oportunidades y no solo en Educación, sino también en otros aspectos indispensables en los primeros años de vida como Salud y Nutrición.
Inclusión social sin atención real de los excluidos es solo una frase. Es la razón de ser del crecimiento económico, redistribuir los beneficios. Si seguimos repitiendo este modelo diferenciado por generaciones seguirá aumentando la brecha de la inequidad y desigualdad social. Leer el informe de la DP es como si escuchara a mi madre contarme cómo iba ella a su escuelita fiscal allá en la década de los cuarenta del siglo pasado. Aquicito nomás.
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(2) Mediante Resolución Ministerial N° 434-2013, se aprobó la Directiva N° 021-2013-MINEDU/VMGP-DIPECUD, «Orientaciones para la Implementación de la Iniciativa Rutas Solidarias: Bicicletas Rurales para llegar a la Escuela».
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