La primera contradicción que salta en la entrega de alimentos a los pobres es la gravedad de la inflación. Si, como dice el gobierno, no hay escalada de precios, sino un aumento pasajero producto de factores externos, por qué entonces sobre reacciona repartiendo comida.
¿Hay inflación o no?
Segundo, ¿cómo evitará el gobierno politizar la entrega de alimentos, si hoy en cada inauguración lleva su portátil aprista con globos, pancarta y fanfarria de “La vida es un carnaval” incluida?
Las organizaciones sociales de base contribuyeron en su momento a paliar el hambre de un sector pobre de la sociedad; nacieron bajo el espíritu solidario de la unidad en la carencia.
Se fomentaron lazos de sociabilidad importantes y se desarrollaron experiencias micro empresariales exitosas; pero hoy por hoy nadie puede negar que al igual que otras organizaciones de la sociedad tienen un alto componente de politización, filtración y corrupción.
Los comedores populares, los comités de Vaso de Leche y los comedores autogestionarios han sufrido un fuerte deterioro en sus valores primigenios y, lo que es peor, diversos estudios muestran que no son cien por ciento efectivos en llevar a los pobres del asistencialismo a la gestión productiva.
Enrique Vásquez señalaba hace poco que de los cinco millones de beneficiarios que tiene el Vaso de Leche, no más del 11%, o sea 550 mil, son de extrema pobreza. “El resto son pobres, necesitan, pero hay más de un millón de pobres extremos que no reciben esa ayuda”.
Un informe del Banco Mundial revelaba el fracaso de los programas sociales en la lucha contra la desnutrición infantil pese a que existe una buena cobertura.
"Son pocos los programas alimentarios que muestran haber sido bien diseñados. Su bajo impacto sobre la nutrición se debe a que no están focalizados en los niños pequeños y a que se concentran excesivamente en el reparto de alimentos antes que en monitorear el crecimiento de los pequeños y en enseñar a las madres cómo alimentarlos y cuidarlos", señala el informe.
Hay experiencias exitosas de comedores que se han transformado en panaderías, talleres de metal-mecánica o talleres textiles; organizaciones generadoras de empleo e ingresos sostenidos.
Pero una gran mayoría ha sido víctima de copamiento familiar, grupal o político partidario.
¿Dejará el gobierno que sea la Iglesia la que entregue estos alimentos o lo hará a través de sus cúpulas partidarias anidadas en las organizaciones sociales de base?
¿A cuál de los dos Jorge del Castillo le creemos: al que dijo en Lurín que primero se atendería a los que votaron por Alan García, o al que se preocupa por la comida de las madres solteras?
Si alguna experiencia tiene el partido de gobierno es en cooptar organizaciones sociales de base. ¿Se entregarán los víveres en una bolsa con la foto de Alan? Quizás más que en paliar el hambre de los pobres, el gobierno esté pensando en subir los bonos del presidente, un tráfico indigno por donde se le mire.
Inflación Perú
Alan Garcia
Precios de alimentos
Entregar comida al pueblo puede verse de dos maneras: una como un acto filantrópico ante los que nada tienen, y otra como el más servil modo de comprar voluntades. Fujimori utilizó nbien este aúltimo argumento.
ResponderBorrarEL APRA HO CAMBIA. UTILIZA LA BOLSA DE PRODUCTOS A LOS POBRES PARA MANTENER A LOS MÁS NECESITADOS COMIENDO DE SU MANO. PERO SE EQUIVOCA PORQUE SI ALGO APRENDIERON LOS POBRES EN EL GOBIERNO PASADO FUE QUE ANTES QUE LE REGALEN PESCADO LO QUE QUIERE ES QUE LE ENSEÑEN A PESCAR.
ResponderBorrarEfectivamente el partido de gobierno está utilizando politicamente su ineficacia en el manejo económico, para ganar su propio rédito político. Un juego doblemente sucio.Esperemos que el reparto de alimentos no incluya la foto que pusieron en los libros de primaria.
ResponderBorrar