Acaba de empezar la ronda de consultas de la Presidencia del Consejo de Ministros para elaborar una estrategia para enfrentar el problema del VRAE que tiene tres aristas: narcotráfico, terrorismo y pobreza; quizás en orden inverso.
Pero antes de empezar a delinear cualquier cambio de estrategia valdría la pena conocer la que se aplica actualmente cuyo resultado es casi 40 soldados caídos en emboscadas a patrullas del Ejército.
Recién ahora sabemos, por el Comandante General del Ejército, Otto Guibovich, que en ese lapso también se han registrado al menos 25 bajas senderistas.
En términos sencillos el Ejército insiste en basar su estrategia en el VRAE en el control territorial. El Neo Sendero, en cambio, responde con emboscadas y movimiento de tropas. La diferencia entre uno y otro es táctica. El Ejército combate con métodos de guerra convencional. El Neo Sendero responde con guerra de guerrillas.
El método convencional propone, por ejemplo, patrullar las escarpadas e inhóspitas cumbres del Vizcatán para adueñarse del terreno y colocar bases. La guerra no convencional, en cambio, responde con movimientos rápidos, ataca y se retira, se agazapa en túneles, desde donde maneja los tiempos de entrar en combate.
El general Guibovich lo ha dicho con claridad: “… ellos tienen la fortaleza del conocimiento del terreno. Hay quebradas que están conectadas por túneles, uno los sigue por un lado y de pronto desaparecen y pasan a otro escenario. Son 20 años que están ahí, tienen túneles, pasajes escondidos. Esa es su ventaja”.
Los túneles en la selva recuerdan la táctica aplicada por el Vietcong contra el Ejército norteamericano en Vietnam. Aquí se cobijan, viven y pelean.
Los militares peruanos se enfrentan pues a un enemigo invisible que además ha cambiado su relación con la población, que maneja más recursos económicos y que logísticamente está mejor armado.
Los Neosenderistas rehuyen el combate frente a frente a las fuerzas del orden. No permanecen mucho tiempo en el mismo lugar y probablemente se refugien por largo tiempo en sus túneles.
La del VRAE será una guerra larga y cruenta. El campo militar es el más sacrificado. Pero si se le deja huérfano de apoyo social y político, será también el más desgastado.
Como se reirán los chilenos de nosotros, así queremos hacerles la guerra. Para qué sirven nuestras FFAA si no pueden extinguir al enemigo interno.
ResponderBorrarNo, estimado amigo. Ningún Ejército regular puede reírse de otro porque es atacado por fuerzas irregulares. Son métodos distintos, experiencias diferentes, de las que hay que sacar lecciones, aprender y superar.
ResponderBorrarLa guerra tiene su propio desarrollo, en el campo de batalla y fuera de él.
Lo que cualquier ejército vecino podría hacer más bien, es tomar debida nota de una fuerza en permanente exposición, cuyos soldados experimentan –no en entrenamiento, sino en la vida real- la adrenalina de enfrentar cada día a la muerte.
SE ATACAN LAS CONSECUENCIAS PARA NO VER LAS CAUSAS
ResponderBorrarUna vez más espectamos sorprendidos una serie de informaciones que vienen de lugares lejanos de la selva peruana a los cuales ni siquiera los periodistas tienen acceso. Estas nos cuentan de cosas que a la mayor parte de la población le suenan difíciles de comprender.
1. En primer lugar, se dice que han muerto en una emboscada una serie de militares. La primera pregunta que se hace el poblador común es: ¿qué hacían estos allí? Y la respuesta es sumamente extraña: “remanentes de terroristas al servicio del narcotráfico”.
2. De ello se ha desprendido un neologismo, muy peruano por cierto, denominado “narcoterrorismo”, que en verdad confunde más que aclara. ¿Qué es eso de “narcoterrorismo”? Porque para el pensamiento simple una cosa es el terrorismo, una actividad eminentemente política, con fines políticos, y otra es el narcotráfico, que tiene fines explícitamente económicos. ¿Es posible que ambos se mezclen y den una actividad distinta? Los defensores de ello argumentan que, en Colombia, sí se da ese caso con las FARC, donde, para sobrevivir, han hecho una alianza con las mafias a cambio de protección. Pero el hecho que se alíen y obtengan beneficio mutuo no necesariamente crea una nueva actividad, diferente a las dos.
3. En mi opinión, lo que existe es el narcotráfico y la guerrilla compartiendo sus coincidencias, pero no veo dónde pueda existir, como entidad aparte, nueva, el “narcoterrorismo”, con sus propios fines y principios. Me parece más bien un concepto forzado que no describe la realidad ni el fenómeno, sino que más bien distrae hacia otro lado el análisis del problema que es el narcotráfico y la subversión.
4. Aparentemente, por las informaciones recibidas que, en verdad, son muy poco confiables, existe un remanente de senderismo en la zona. Pero ¿es esto cierto? Porque la duda razonable salta debido a los pocos o nulos indicadores de que dicha actividad subversiva realmente exista. No se dan los indicios ni las pruebas del accionar político que caracteriza a todo movimiento de esa naturaleza; no hay comunicados, ni discursos ni planes de gobierno. Sus acciones contradicen la lógica de todos los grupos armados que buscan, a través de sus actos, dirigir un mensaje a la población sobre su existencia. Claro, los argumentos que se dan son que “han cambiado de estrategia, que ahora utilizan otro método distinto al original”, etc. Pero todo ello suena muy gaseoso, poco creíble y parece más bien una excusa muy similar a la que usa el gobierno norteamericano para justificar el peligro mundial de Osama Ben Laden como una gran potencia que se enfrenta a Estados Unidos.
5. Pero la pregunta más saltante es: ¿y qué pasa con el narcotráfico, a quien acusan de ser el responsable de que subsistan los grupos armados? Por lo visto ese tema no se toca. ¿Por qué? ¿Qué hace que para los peruanos la existencia del negocio de la droga sea un asunto de manejo discreto, silencioso, que mientras que no haya enfrentamientos no se hable de ello? Todo parece indicar que lo que se busca es senderizar el problema para eludir al narcotráfico. La violencia de la zona se le atribuye a los subversivos pero no a los narcotraficantes (que, curiosamente, solo en el Perú andan desarmados y no son violentos). A las mafias se las califica solo de “aliados”, pero nada más, como si el tema fuera un asunto sagrado que mejor es no tocar.
6. Todo parece indicar que, senderizando el problema del narcotráfico en el Perú, es cómo se evita tocar fondo y meterse en camisa de once varas. Porque es más fácil combatir y culpar a un grupo de 200 hombres medianamente armados que hacerlo contra uno de los negocios más grandes y rentables del mundo, y con el cual muy pocos se atreverían a enfrentarse. Así, mientras la gente se ocupe de “los terroristas”, se olvidará del problema crucial y este continuará su rutina, hecho que ni el Estado peruano ni las fuerzas armadas pueden eliminar porque nuestro país forma parte de una cadena mundial que imposible de romper (a riesgo de que le cueste la vida a quien intente hacerlo).
7. Entonces, lo que parece es que no se quiere tocar el tema del narcotráfico porque, en verdad, es un problema tan grande que rebasa la capacidad de manejo (ni Estados Unidos ni México, con todo su arsenal, pueden evitarlo; menos podría hacerlo el Perú). Pero como desgraciadamente la necesidad de aparentar que se hace algo obliga a emplear estrategias militares, eso lleva a que se produzcan inevitables choques con los intereses de la droga, con las consecuencias que todos sabemos. Como esto lo conocen bien los altos mandos militares peruanos, prefieren no sacrificar su mejor gente y envían para ello a muchachos inexpertos como carne de cañón. Todo en aras de simular un accionar contra la droga.
8. En conclusión, los enfrentamientos armados que se producen en la zona no son otra cosa que la reacción del narcotráfico mundial que le dice al Estado peruano que se mantenga a la distancia. Ante ello, como el Estado no puede admitir ante su población que dicho negocio es más poderoso que el Perú y todas las naciones juntas del planeta, opta por culpar de los enfrentamientos a grupos guerrilleros, inflados y satanizados, para así desviar el tema hacia un asunto político que realmente no lo es.
Muchas gracias.
Hola Luis Alberto, te respondo de la siguiente forma: Los ejércitos regulares si pueden reirse de otros y precisamente por eso se escoge dicho momento para declarar la guerra a otro país en desventaja: ¿Acaso no te acuerdas de la Guerra con Chile? Revisa tus documentos y verás que Chile sabía bien que estábamos desorganizados y en desventaja bélica. Así de sencillo y se rieron de nosotros y se fueron hasta el Norte del Perú, ¿No te acuerdas? y se rieron de nosotros, ¿Acaso en Lima no orinaban y defecaban en nuestros monumentos y plazas, y hacían orgías en casonas y lugares que considerábamos sacrosantos? Revisa la historia y me vas a dar la razón. Es más tú mismo me das la razón en este punto cuando dices: "La guerra tiene su propio desarrollo, en el campo de batalla y fuera de él." ¿Tú crees que si el senderismo y el narcotráfico avanzan y toman toda una región ellos no van a ver los militares chilenos la mejor oportunidad para meternos un garrazo, en consuno con sus grupos políticos y económicos?.
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