Todavía
hay muchos dentro y fuera de casa a quienes cuesta creer que la conducta de
Alejandro Toledo de proponer la autorización de viaje del
Presidente de la República y defender la democracia en Venezuela es
perfectamente coherente.
Quizás
es difícil explicarlo debido no solo al escaso conocimiento en derecho
constitucional de muchos políticos, sino a la presión que existe en diversos
sectores para dinamitar el apoyo a la gobernabilidad que asumió Perú Posible.
Pero,
como dijimos en un post anterior, la postura de Toledo es coherente con la
defensa de la Constitución y la Democracia.
Los
viajes del presidente se relacionan a las actividades generales del primer
mandatario. Es un mecanismo procedimental que ha estado en todas las
constituciones que ha tenido el Perú. El espíritu de esta norma no está
relacionada a la capacidad de ejercer control político sobre la política
exterior, pues esta materia es una atribución presidencial.
El
permiso del Congreso al presidente para ausentarse del país está relacionado
con nuestra historia de posibles fugas. Como sostiene el especialista Mario
Castillo Freyre, citado por Juan de la Puente, “es un mecanismo de previsión
frente a probable dispendios de los recursos del Estado y a la falta de decoro
del presidente en su comportamiento fuera del país”.
Los medios y los políticos con cabeza caliente han interpretado
el poder de autorización que tiene el Congreso sobre los viajes del presidente
como un poder de veto. Es decir, un mecanismo para decidir qué puede o no puede
hacer el jefe del Estado en materia de política exterior. Eso puede funcionar
–y de hecho así ha sido– para las tribunas. Pero es una postura demagógica, no
constitucional.
El otro punto es que el propio presidente Alejandro Toledo en su
momento fue víctima de este exceso parlamentario-mediático. Los grupos
opositores de entonces ponían mil y un trabas y se negaban a concederle permiso
para viajar al exterior y realizar gestiones y lograr el Tratado de Libre
Comercio con diversos países.
Las razones que aducían los opositores de entonces eran de orden
ideológico. Decían que el TLC era entreguista, parte de la política
imperialista global, que sería un desastre para los agricultores locales. Es
decir, proponían impedir que el presidente de la República llevara adelante no
solo un aspecto sustantivo de su política comercial exterior, sino de la base
económica. Cada solicitud de permiso para salir del país era un parto. Pero
jamás se le pudo negar un permiso. Esto no ha ocurrido en toda la historia
republicana.
Por supuesto que el control politico del Congreso se puede
ejercer en todas las materias. Y por supuesto que corresponde a los grupos
opositores expresar su desacuerdo en cómo el gobierno maneja la política
exterior o la política comercial. Fue en base a este derecho que la oposición
de entonces se opuso a la firma del TLC e incluso hubo un candidato que
prometió retirar la firma del presidente Toledo, cosa que finalmente no hizo,
sino que puso la suya al costado.
El Congreso tiene expedito el camino para interpelar al ministro
en cuestión, invitarlo a informar, llevarlo a la estación de preguntas o,
eventualmente, proponer su censura. Lo que ahora hay que analizar es si esto
conviene o no al país, pero, ese es el camino que tiene el Congreso para
ejercer el control político en esta materia. No cabe, por tanto, inferir que el
Congreso puede negar el viaje al exterior del Presidente de la República como
parte del control político de las relaciones exteriores. Eso no es control
político. Eso es pose para las cámaras y las tribunas.
En resumen, al gobierno hay que fiscalizarlo
por sus actos. Por sus acciones y resultados. Teniendo en cuenta nuestra porpia
experiencia en la materia, no se puede impedir que el Presidente de la
República viaje al exterior. Es una prerrogativa que el primer mandatario puede
usar o no. Eso fue lo que dijo Toledo. Dejó la decisión en manos del
presidente. El presidente Humala pudo no viajar. Prefirió hacerlo. Ahora tendrán
que activarse los mecanismos de control politico que existen. Eso es asumir los
costos políticos de esa decisión. Y eso es también respetar los mecanismos de
la democracia.
Por último, se han cargado injustamente las
tintas contra Perú Posible señalando que sus votos fueron decisivos para
otorgarle el permiso al Presidente. Falso. Los votos de Perú Posible no
hubieran cambiado el curso de la votación así se hubieran expresado en contra. El
resultado de la votación fue 53 votos a favor versus 36 votos en contra. Ese
día votaron 5 congresistas de Perú Posible. Si se hubieran abstenido la
votación hubiera sido 48 votos a 36. Viaje aprobado. Y si hubieran votado en
contra el resultado hubiera sido 43 votos a favor versus 41 contra. De todas formas, el presidente
Humala viajaba.
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