Alejandro Toledo acaba de presentar en cuatro
universidades norteamericanas (Stanford, Berkeley, San Francisco y Denver) su
libro más ambicioso que lleva el título de esta columna: The Shared Society, una
visión para el futuro global de América Latina*.
Una de las cosas que plantea el ex presidente en
su libro es cómo hacer para que la riqueza de los recursos naturales no se
pierda por la acción de los que se oponen o la inacción de los que gobiernan. Es
decir, cómo escapar a la tesis de la maldición de los recursos naturales.
¿Conga, Tía María?
Para responder esta pregunta es necesario acudir a
la definición de Acemoglu y Robinson sobre las sociedades extractivas y las
inclusivas. Las primeras son aquellas que diseñan leyes y procesos para que un
pequeño grupo se enriquezca a costa de la pobreza de la gran mayoría. Las
segundas son las que permiten que todos o la mayor cantidad de ciudadanos
puedan progresar.
Esto significa que si queremos crear sociedades
incluyentes, compartidas, tenemos que tener instituciones políticas y
económicas también inclusivas. Sistemas extractivos, por el contrario,
distorsionan los incentivos y socavan los principios democráticos y las
aspiraciones de una prosperidad compartida.
¿Pero cómo hacer que los sistemas de extracción –como
el que tenemos en el Perú– sean
más inclusivos? Toledo propone centrar la mirada en la relación entre el Estado
y sus ciudadanos. Para que las instituciones democráticas funcionen bien
–afirma– debe haber una relación de beneficio mutuo y de mutua dependencia
entre el Estado y sus ciudadanos. Esto significa que la relación entre ambos
–sobre todo la movilización de recursos– es sumamente importante para la
creación de una sociedad inclusiva y para una prosperidad compartida.
En una democracia, los ciudadanos empoderan a
alguien, no sólo a través de sus votos, sino también aportando parte de sus
ingresos para el Estado, vía impuestos. Sin ciudadanos contribuyentes, los
gobiernos se ven privados del poder económico y, por tanto, también se debilita
la legitimidad política para gobernar.
La abundancia de recursos naturales mal
distribuida subvierte la relación y el equilibrio de poder entre los ciudadanos
y sus gobiernos. Los gobiernos no se financian con la renta de sus ciudadanos,
sino con la renta que genera la extracción de los recursos. Los recursos
naturales sustituyen así a los impuestos como la principal fuente de
financiamiento del gobierno, socavando la relación y el contrato social entre
el gobierno y sus ciudadanos.
Lo que sucede con esto es que "el gobierno ya
no necesita que sus ciudadanos puedan disfrutar de poder económico. Y ya que el
poder económico y político van mano a mano, a menudo no sienten que necesitan
el consentimiento de sus ciudadanos para gobernar". El resultado es que
los recursos naturales no generan bienes y servicios públicos, sino más bien
dan lugar a sistemas económicos extractivos que a su vez producen los bienes
privados y políticos en su lugar.
Es una tesis osada. El libro propone que si
queremos salvar nuestras democracias y hacerlas más inclusivas y si queremos
crear una sociedad con prosperidad compartida, necesitamos nuevas y creativas
maneras de pensar acerca de cómo administrar la extracción de recursos
naturales en nuestra región. "Tenemos que encontrar formas de restaurar la
dinámica de poder entre los ciudadanos y el Estado, y garantizar que todos los
ciudadanos se beneficien de los recursos de las naciones, no sólo unos
pocos".
El autor propone hasta tres modelos para acometer
en zonas con recursos naturales y áreas de influencia concretas con poblaciones
que se oponen a su extracción, básicamente porque no tienen incentivos; no
disfrutan de sus beneficios concretos y sienten que el Estado y la Empresa
privada se ponen de acuerdo dejando a las comunidades de lado.
Algo de eso sucede con Tía María. Sería bueno
empezar a pensar en cómo sentamos en una mesa a las comunidades y la empresa;
repensamos en la redistribución de la riqueza y ponemos al Estado como un ente
que cumpla su papel regulador y no de abogado de una de las partes.
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"The Shared Society. A vision for the global future for Latin
America". Stanford University Press. 2015. Agradezco al ex presidente
Alejandro Toledo el haberme convocado para integrar el equipo de investigación
que colaboró con él en este libro. Fue una experiencia enriquecedora en muchos
aspectos. Artículo publicado en Diario 16, el domingo 19 de abril de 2015.
3 comentarios:
Y como el Estado va a regular si todo esta corrupto?
Y como el estado va a regular si todo esta corrupto?
Cambiando el Estado. Logrando crear una Escuela Nacional de Administración Pública que forme a los nuevos gerentes del Estado, gente con mística que quiera hacer carrera en el sector público. Una especie de maestría con dos años de formación; como ocurre ahora con la Academia Diplomática. Eso no elimina la potencial corrupción humana, pero ayuda a formar cuadros. Necesitamos un shock generacional. Gracias por escribir.
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