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29 mayo, 2016

El voto ético

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Cómo se forma el voto de los electores y qué factores deciden el mismo, es algo que diversas disciplinas investigan, sin que exista consenso en su origen o evolución. Hay respuestas desde diversos campos, según sea la disciplina que acometa el esfuerzo: la ciencia política, la economía, la psicología, la sociología, la estadística, la comunicación y la publicidad.

La ciencia política alude al papel del liderazgo político y el problema de llegar al poder y mantenerse, al sostenimiento de un grupo de ideas, la identificación política, la fidelidad partidaria y la capacidad para movilizar la estructura organizativa en tiempos de campaña y fuera de ella; para proyectar y ganar nuevas adherencias o simpatías.

La economía lleva el razonamiento sobre el impacto del crecimiento y/o decrecimiento que las medidas económicas tienen concretamente sobre los electores. Esto requiere prestar atención tanto a los beneficiarios del modelo como a los marginados. Examinar los niveles de pobreza y desigualdad y la expectativa que tiene la gente de mejoras personales y familiares.

La psicología indaga sobre elementos de la conducta, el comportamiento de masas, la proyección de la personalidad, las actitudes y gestos del candidato. Los procesos de empatía, disonancia, afecto o rechazo.

La sociología aporta el análisis de grupos y las dinámicas entre ellos, la estratificación en niveles socioeconómicos, el comportamiento de individuos y comunidades, y la aplicación de encuestas y sondeos cuyos modelos de interpretación, proyección y predicción, son reforzados por modelos matemáticos extraídos de la estadística.

La comunicación social aporta el análisis del mensaje, las propuestas de gobierno, el manejo de medios, de redes sociales, la cobertura de los candidatos; mientras que la publicidad incide en la importancia de la estrategia de campaña, el slogan y mensajes, la producción gráfica, audiovisual, digital, y el manejo del marketing político en general.

Sea como fuere son múltiles los elementos que convergen en una decisión. Y la decisión electoral responde a ese mecanismo multivariable que forma primero un parecer, luego un juicio, hasta que, finalmente, se convierte en una determinación. Y aún en esta etapa, es posible aún, cambiar de posición y emitir un voto diferente al pensado o razonado previamente.

Así, tenemos diversos tipos de votos. El voto disciplinado, duro, militante. O el voto crítico, pensado, razonado. Pero también, el voto conveniente, interesado, personalista. O el voto nulo, blanco, alpinchista o viciado. En todos los casos, las interpretaciones de cómo se forma el voto tendrán las mil y un explicaciones que aportan las diversas ciencias y humanidades.

Un factor ausente muchas veces en diversas decisiones, es el componente ético que se transforma en las urnas en el voto ético.

La ética alude al comportamiento de las personas y los valores que asumimos en sociedad. Es, en consecuencia, una disciplina que estudia el comportamiento del hombre como ser social. Lo que significa que en una etapa electoral, el proceso de definición de voto, pasa por la reflexión de lo que consideramos mejor para nosotros y para toda la comunidad o país.

El voto ético se asienta sobre un proceso de reflexión interna y externa. Qué queremos como país, qué modelo de sociedad proponemos construir, qué aspiramos como grupo y no solo como individuos. Este proceso de deliberación ética es clave para votar con plena conciencia, analizando el contexto y tomando con responsabilidad las consecuencias de nuestras acciones. En resumen; pienso, luego voto. Seguiremos hablando sobre ello.






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