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15 octubre, 2017

Szyszlo, amor infinito




Hubiera sido imposible soportar la vida separados. Ninguno podría haber sobrevivido sin el otro. 

Su amor nació a escondidas, vadeando el peligro. 

El amor es como un cuadro. Es algo único, irrepetible. 

Puedes pintar muchas obras en tu vida, con los mismos elementos, pero no habrá dos iguales.

Los colores son sentimientos atrapados en el lienzo.

Trazas un boceto sobre la tela, pero son los paletazos los que configuran finalmente la forma que tendrá el cuadro.

El carbón te orienta, pero no define tu vida. Esta se forma cada trazo, en cada golpe, en cada caricia del pincel sobre la tela.

Es una danza que combina el amor, la nostalgia, la alegría, la tristeza o la furia.

Todos estos elementos, salidos de tu mano, van orientando finalmente las líneas, los contornos, las dimensiones, que tienes en tu mente, hasta constituir la forma.

Aparecen, se descubren, entonces, las imágenes. Líneas definidas, intensas, puras, pero también otras, insondables, profundas, menos rectas.

Ambas dejan huella. Cada una a su manera.  Son los amores del alma que nos regala la vida.

Tenías razón, maestro Szyszlo, "lo opuesto a la muerte no es la vida, sino el amor. Es donde germina la vida, lo que la precede".

Tu muerte y la de Lila, juntos, es solo otra obra de amor. Un sol negro atrapado en su intensidad más profunda e infinita. Un vacío que lo llena todo.




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