“El problema del oxígeno no es solo en el Perú”, ha dicho el presidente Francisco Sagasti. “Miren México, vean España”, ha complementado. Cuando todos pensábamos que la demanda se había duplicado, el presidente nos ha dicho que en realidad se ha triplicado.
La segunda ola ha disparado el contagio y este la demanda de oxígeno. La Organización Mundial de la Salud (OMS) prevé que tres de cada cinco países en el mundo requieren oxígeno medicinal.
Ahora bien, México y Perú se parecen y difieren en muchas cosas.
Aquí la gente se amanece dos o tres días en la puerta de un expendedor o distribuidor para llenar un tanque de 10m3. Se desespera, pero aguarda una ayuda. En México, la Guardia Nacional ha salido a resguardar los camiones repartidores de bandas armadas que asaltan el oxígeno en el camino para venderlo en el mercado negro.
Aquí, por ahora, seguimos desplegando campañas para ayudar a aumentar la producción de oxígeno. La empresa privada realiza denodados esfuerzos para este fin. En México, el gobierno ha dispuesto surtidores gratuitos en distintos puntos del D.F. para que la gente se abastezca del vital elemento.
En el Perú tenemos un déficit diario de producción de oxígeno de 110 toneladas métricas, según han informado las autoridades de Salud. En México el problema no es de producción, sino de logística, no hay balones suficientes.
Aquí nos movemos en un mercado de escasez con rasgos iniciales de mercado negro. En México, ya tienen un mercado de la muerte a toda madre. Allá los pocos balones de oxígeno que hay se venden a precios exorbitantes. La solución era importarlos de Estados Unidos, pero ahora ese país también está saturado por la enfermedad y no exporta balones. Los fabricados en China demorarán meses en llegar.
Entonces, se abre el mercado de la muerte. En México los balones se alquilan por días y semanas. También se alquilan los concentradores de oxígeno —pequeños productores de oxígeno medicinal que pueden ser enchufados en casa— a un precio de 100 dólares a la semana. El negocio es lucrativo. Y si no tienes plata para este servicio, te mueres.
Aquí, en Perú, se conoce de alquiler de balones, pero no concentradores de oxígeno que pueden costar en el mercado interno entre 1200 y 1700 dólares. No tenemos noticias de que se estén alquilando, pero no sería raro. El mercado de la muerte tarde o temprano se abre en todas partes. Una forma de evitarlo es abrir la libre importación de concentradores y dispositivos de alto flujo de oxígeno. Y desbaratar la maraña burocrática que se lleva vidas.
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