Finalizado,
con suspenso y melodrama, el conteo electoral, el flamante Presidente de la
República electo, Pedro Pablo Kuczynski, debe poner en práctica uno de sus
slóganes de campaña, terminar el recreo y trabajar en serio para asumir el
sillón presidencial.
Varias
tareas le esperan por delante. El primer reto será, sin duda, armar el equipo
de gobierno.
Aquí
Pedro Pablo tendrá que posponer a sus congresistas que miran con natural
expectativa el colocarse también el fajín ministerial. Una bancada de 18
congresistas no da como para armar una selección sin descuidar el Congreso.
El
equipo de gobierno debe ensanchar la mesa. No achicarla. Y eso pasa por lograr
una convocatoria en sectores democráticos y pluralistas dispuestos a ponerse la
camiseta. En esto PPK tiene amplia experiencia y contactos.
Otro
de los retos será organizar la casa por dentro. PPK no tiene partido organizado.
Y a juzgar por las amenazas que tuvo en la definición electoral, tampoco un
estado mayor sólido y experimentado.
Armar
el partido tomará su tiempo. Pero organizar un consejo asesor presidencial es
más rápido. Un equipo que no solo diseñe politicas de Estado, sino que proponga
respuestas rápidas a las tensiones y problemas políticos que genera el día a
día.
Es
altamente probable que el gobierno sea espoloneado desde el poder legislativo. Pero
esto que podría ser una fortaleza opositora es a la vez su debilidad. Veamos
por qué.
¿Tendrá
que negociar Pedro Pablo con los fujimoristas? Sin duda. Como lo haría
cualquiera que requiera mayoría en el Congreso para aprobar sus propuestas. Pero
sin someterse. Sin claudicar. Sin dejarse arrinconar.
El
Presidente de la República tiene al pueblo como su primer interlocutor. A él es
al que debe dirigirse y explicarle los alcances y beneficios de las decisiones
que decida llevar adelante. Y sobre él debe recostarse.
Para
ello debe explicitar la agenda gubernativa y señalar con claridad lo que se
pretende hacer. Gobernar es hacer. Pero también comunicar. Hacer docencia. Escuchar
y cumplir.
Si
el gobierno tiene éxito en respaldar sus medidas ante la opinión pública; el
juego de la oposición quedará en evidencia. Tendrá que adelantarse a las
jugadas del contrario para dejarlo en falta. Trazar una línea quirúrgica del off side.
Si a
pesar de ello el fujimorismo insiste en tensar la cuerda desde el legislativo, quedará
expedito el mecanismo constitucional de cerrar el Congreso y convocar a nuevas
elecciones para su renovación.
El país observará este juego de poderes y comprenderá (habrá
que ayudarlo a que lo haga, claro) hasta qué punto las fuerzas políticas siguen
las reglas de juego de la política. Conversar, coincidir, oponer o diverger.
Pero, en ningún, caso obstruir, conspirar o atentar contra la gobernabilidad.
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