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30 abril, 2009

La Influenza mediática

En honor a la verdad, el ministro de Salud Oscar Ugarte no dijo anoche que la paciente argentina que se encuentra aislada en el Hospital Daniel Alcides Carrión del Callao tuviera gripe porcina. Fueron los periodistas quienes saltaron a esa conclusión de manera irresponsable.

El ministro señaló esa noche que los análisis dieron positivo para el virus de la Influenza tipo A factor H1, pero que faltaba comprobar el factor N1 para confirmar que se trataba de gripe porcina. “Sin embargo, para nosotros, este ya es un caso”, agregó.

La metida de pata del ministro fue por supuesto esta última frase que confundió a la prensa. El error se propagó en los medios más rápido que la propia epidemia. Pero lo que más llama la atención es la incapacidad para rectificar el daño.

Honestamente, pensé que el ministro se presentaría en vivo en los noticieros de las 10 de la noche a enmendar la plana o que emitiría un comunicado aclarando el asunto.

Pero nada de eso pasó. Los titulares de la primera víctima de gripe porcina en el Perú se lanzaron al minuto y nadie paró el yerro… hasta el día siguiente en que el propio ministro tuvo que aclararlo.

Sería recomendable que situaciones como las descritas no se repitan. El manejo de la información en casos de control de epidemias es clave. La mala información puede ser tan dañina como la enfermedad misma. Y ya sabemos que se propaga a mayor velocidad.

Por lo tanto, sería recomendable algunas pautas para manejar adecuadamente la relación gobierno-prensa-sociedad en una situación de alta virulencia informativa como la que tenemos:

1.- Instalar un Comité de Emergencia al más alto nivel del Poder Ejecutivo. Convocar al Dr. Elmer Huerta, como asesor presidencial en el tema.

2.- Definir denominación oficial de epidemia: ¿fiebre mexicana?, ¿fiebre porcina? ¿gripe porcina? ¿gripe mexicana? ¿Influenza porcina? ¿fiebre norteamericana? La Organización Mundial de la Salud ya allanó el camino: H1N1 Influenza Humana Tipo A.

3.- Emitir comunicados públicos numerados con monitoreo nacional y regional de la epidemia. Comunicación directa con la prensa extranjera. Preparar vocero médico.

4.- Diseñar campaña de comunicación preventiva para televisión, radio, prensa escrita e internet.

5.- Convocar a los medios de comunicación públicos y privados para coordinar difusión de campaña de comunicación.

6.- Instruir al Ministerio de Educación para desarrollar campañas en los colegios públicos y privados. Preparar cartillas ad hoc.

7.- Conversar con el gremio médico y evitar paros, huelgas o cualquier disturbio –como el ocurrido en el Hospital Loayza.

8.- Preparar presupuesto adicional. Ministro Carranza, no se haga el duro.

9.- Coordinar con las unidades regionales de salud y canalizar información.

10.- Evitar figuretismo político. O manipulación para distraer.

Los problemas de comunicación no son inevitables. Pero sí pueden y deben ser subsanables.

27 abril, 2009

Gripe porcina, Influenza y el Dr. Huerta

Carta abierta al especialista

Es extraño, doctor, pero no recuerdo haberme enfermado jamás de gripe hasta que me vacuné contra el virus de la Influenza hace cinco años. Viví la mayor parte de mi infancia frente al mar en San Miguel. No usaba vividí y dormía sin medias y sin pijama por supuesto. Me levantaba temprano, cuando la neblina cubría las cosas como con un manto de gasa. Comía mi pan con mantequilla, leche o avena y me iba al colegio sin lonchera. Los resfríos –si los tuve- eran pasajeros; un par de días y listo. Pero todo cambió el 2003, cuando brotó en el mundo la famosa Gripe Aviar. Unos meses después, el desarreglo me llegó en forma de aviso: Se ha desatado una pandemia de gripe aviar en el mundo; es necesario que en previsión a cualquier contagio futuro todo el personal esté vacunado contra el virus de la Influenza. Recuerdo perfectamente el momento en que me apliqué la bendita vacuna. Sentí cómo el cuerpo se me calentaba y al poco tiempo mi nariz se humedeció. Desde entonces, adquirí hipersensibilidad al frío. Cada cambio de temperatura, por más leve que fuera, me producía una sensación de gripe. Nariz tupida, lacrimeo, aunque no fiebre ni dolor de huesos. Por casi un año, de manera intermitente, se me fue incluso la sensación de olor y sabor de las cosas. Parece increíble, pero la vacuna contra la influenza me debilitó. Me automediqué unos comprimidos que descongestionan la nariz y empeoré. Parecía esos perros que achinan los ojos por el esfuerzo que hacen al respirar con la mucosa reseca. Entre eso, la alergia a la humedad y las eventuales bronquitis asmatiforme, no había manera de pasar un verano tranquilo. Ni hablar del otoño o invierno. Hasta que descubrí que lo que debes conservar calientes son los pies. No importa si arriba estas algo descubierto; cuídate la espalda, eso si. Pero, principalmente usa medias, aún para dormir. Limonadas, agua, mucha agua, calditos calientes, poco a poco, me devolvieron la libertad de no depender de fármacos para recuperar el equilibrio funcional del aparato respiratorio; un buen día recuperé el sentido del olfato. Pude por fin distinguir el chocolate del culantro. Es maravilloso volver a oler la tinta de los libros nuevos. En eso estaba cuando aparece ahora un nuevo virus mutante, el de la Gripe Porcina. Y, según los médicos, no importa lo que hagamos, el intruso llegará un día a nuestro entorno. El virus vive en el hombre y se transporta en él. Espero para entonces estar fuerte y derrotarlo. Pero créame o no, no me pondré otra vez la vacuna de la Influenza. ¿Qué piensa Dr. Huerta?


Las recomendaciones del Dr. Huerta