27 enero, 2012

Conga: teatro de operaciones

Se expone el presidente Humala al comparar la protesta social de Cajamarca con el régimen genocida polpotino de la Kampuchea Democrática.

“No podemos aceptar un régimen polpotiano donde un Gobierno regional X pone restricciones a la libertad de trabajo, de tránsito. Solo faltaría que nombren a su mando político y logístico y creen ahí una república popular en una democracia”, le dijo el presidente al diario ABC de España.

De inmediato, el presidente regional de Cajamarca, Gregorio Santos, replicó: “Es una comparación extrema. Mis manos no están manchadas de sangre, y tampoco mi partido ni el movimiento con el que he llegado a la presidencia regional. Yo no estoy ni he sido procesado por desapariciones forzadas ni por violaciones de derechos humanos”.

Lo preocupante es la lógica militar que emana del pensamiento presidencial que, en el fondo, es el argumento de una derecha que no entiende el reclamo social, que confunde marxismo con terrorismo o que simplemente cree que en el informe de la verdad hubo mucha “teatralización”.

Considerar el conflicto social como teatro de operaciones militar es configurar un escenario de impredecibles consecuencias. Es sacarlo de la lógica de la negociación para encaminarlo a uno de resolución por la fuerza.

Conga es un problema que debe resolverse con imaginación, persuasión, inversión y negociación. Una salida negociada es mil veces mejor que una solución violenta.

Por supuesto que nadie niega el derecho del Estado al uso de la fuerza pública. Pero una cosa es que las circunstancias nos lleven a ese punto –de no retorno- y otra es que construyamos ese escenario con declaraciones que sólo avivan la contradicción en lugar de apaciguarla.

Como bien dice hoy Pedraglio “Al Gobierno le han vendido una hipótesis equivocada y se la está comprando sin medir costos: si Conga no va, se detendrán todos los proyectos extractivos que están a la espera. Esto acarrea el peligro de que el autoritarismo gane terreno y se recentralice el poder, lo cual, en lugar de ayudar a superar el entrampamiento, lo terminará convirtiendo en insalvable, sobre todo si se acaba por imponer el proyecto a la fuerza”.

¿Será que los 2 millones de dólares diarios que a diario pierde el proyecto Conga - según los empresarios- empiezan a crispar los nervios del gobierno? La forma cómo se resuelva este tema nos dirá si las puertas del tiempo de Ares se han abierto.

2 comentarios:

Luis Enrique Alvizuri dijo...

1. El problema de Conga como el de todos los asientos mineros va más allá de lo que a un conflicto laboral se refiere. Plantearlo así sería poner sobre el tapete elementos válidos para otro contexto en el que las reclamaciones salariales son la base de la protesta. La problemática que se da en dichos escenarios está vinculada tanto a formas de vida como a visiones de la realidad.

2. A los habitantes de las grandes urbes les importa poco o nada contemplar entre sus planes otros intereses que no sean los suyos. Por lo regular piensan que el mundo es y debe ser tal como ellos lo imaginan y lo viven. Lo suponen un mundo arreglado y organizado como una ciudad, con calles de cemento y mercados donde todo aparece por arte de magia a cambio de dinero. Pasan sus vidas sentados frente a escritorios y piensan que así es la existencia real del ser humano.

3. Pero no conciben que esa tampoco es la vida real. Existen también millones de seres humanos que viven en otras situaciones y con otros criterios y costumbres imprescindibles de asumir si se quiere sobrevivir en dichos ambientes. Allí la obtención de agua no es el acto de abrir un caño y dejarla correr para que se llene el jacuzzi. Allí el agua es parte de un proceso costoso y muchas veces inseguro, por eso requiere de un cuidado sumamente acucioso. Si ello no se tomara en cuenta la vida de toda una comunidad o pueblo estaría en peligro.

4. Sin embargo estas dos formas de existir resultan imposibles de conciliarse, no por mala voluntad, sino porque parten de principios y objetivos opuestos. Para el urbano la tierra necesariamente es un medio de explotación y de ello depende su estilo de vida, mientras que para el no urbano ésta es su herramienta y compañera. La misma agua que el urbano necesita para producir el oro es aquella que el campesino requiere para subsistir. Compartirla es, por lo tanto, algo incompatible.

5. De modo que este problema rebasa las posiciones políticas tradicionales y judiciales y tiene que ser entendido como un asunto complejo, cultural y filosóficamente. De no ser así todo terminaría siendo visto maniqueamente y cada parte consideraría a la otra su enemiga acérrima, con las consecuencias que todos ya sabemos.

Muchas gracias.

Elecciones Mexico dijo...

Que buena publicación y análisis que haces respecto al tema, realmente logras hacer una critica muy acertada y que me permite estar de acuerdo con tigo en muchas cosas. Fue un gusto conocer tu blog Un saludo.