28 marzo, 2021

Fragmentados y subrepresentados

 

A dos semanas de las elecciones generales, el país luce fragmentado y subrepresentado en sus opciones político-electorales.  Ningún candidato ha captado las simpatías de la población. El que encabeza las encuestas tiene menos del 12%. En elecciones pasadas a estas alturas el primero ya bordeaba el 30%. 

 

Después de 10 elecciones presidenciales desde 1980 a la fecha, con cinco presidentes en el último quinquenio, la sensación de que la política ha fracasado en asegurar el bienestar y desarrollo es evidente. En un contexto de aumento de la corrupción en todos los niveles y con una pandemia que solo ha desnudado la incapacidad gubernamental.

 

Nadie cree en nada ni en nadie. No en vano nuestro país encabeza en América Latina el grupo de países con menos credibilidad en los partidos políticos. Entre el 80% y 90% de los peruanos no tiene interés en la política ni se identifica con partido político alguno.

 

En esas condiciones de extrema precariedad, los partidos tampoco han hecho su trabajo de  reflexión, ni confluencia, ni para conseguir la unidad. La pandemia no ha hecho más que confirmar esta percepción de una política que no sirve para entregar resultados. ¿Qué es sino un sistema de salud con 100 camas UCI al inicio de la covid-19? ¿Y qué tipo de Estado no puede siquiera asegurar un balón de oxígeno?

 

Ningún gobernante podrá enfrentar solo el desafío de devolver a la política su verdadera razón de ser. Necesitará una gran capacidad para convocar a los mejores y para concertar acuerdos. Pero, en lugar de eso, vemos solo ataques y una tremenda crisis de confianza.

 

Más que una nueva Constitución, necesitamos constituir un Estado austero, honesto y eficaz. Si solo se cumplieran estas tres características nos ahorraríamos 23 mil millones de soles, que cada año engordan los bolsillos de los funcionarios públicos.

 

El crecimiento económico en sí mismo no es el fin, sino el medio. Al crecimiento del primer plato se le debe agregar la justicia social en el segundo plato para equilibrar la balanza del Buen Gobierno. 

 

Eso requiere evitar el populismo como mecanismo de acción. El debate que queremos escuchar es ¿qué tipo de Estado queremos tener? Ni un Estado que regale todo. Ni uno que todo lo regule.

 

Es verdad que la acumulación excesiva de poder económico genera distorsiones en la sociedad; pero, para eso no necesitamos un Estado que castigue ni que persiga, sino un Estado promotor, regulador, que permita un equilibrio sano entre el capital y el trabajo.

 

No hemos compensado nuestras diferencias de oportunidades. Crecimos, pero desarrollamos poco. Y compensamos menos. ¿Qué pensará una madre de familia cuando escucha a un político y luego para alimentar a sus hijos tiene que abrir una olla común y cocinar con leña?

 

Felizmente aún somos un país donde la solidaridad se expresa en las familias, en los barrios, en el campo. Un país donde los jóvenes tienen un marcado compromiso y voluntad de servir. 7 millones de peruanos son menores de 30 años. Y casi el 10% de ellos serán nuevos votantes. 

 

Ellos están esperando un mensaje de esperanza. Un mensaje nuevo que represente la esencia de la democracia y que recupere la confianza. La crisis y la emergencia no pasarán con el nuevo gobierno. No hay panacea. Pero al menos que exista horizonte. Por eso, pensemos bien la importancia de nuestro voto este 11 de abril. 

 

21 marzo, 2021

Centrar el centro


Como ya es costumbre en el Perú, asistimos a unas elecciones nacionales impredecibles. No solo nadie se aventura a pronosticar quién ganará, sino, sobre todo, cómo gobernará. A tres semanas de acudir a las urnas vivimos, como ya es usual cada cinco años, en la incertidumbre electoral.

 

Para algunos analistas, el centro político se ha diluido mientras los extremos de derecha e izquierda han crecido. Y, sin embargo, en todas las elecciones, desde el 2001 en adelante, siempre ha ganado el centro. ¿Cambiará esta tendencia ahora?

 

Alberto Vergara, en “Ni amnésicos ni irracionales” (2021), detecta este vacío. Desde Toledo en adelante ningún candidato ganó las elecciones siendo al mismo tiempo defensor del libre mercado en lo económico y facho en lo político, por su poco apego a la ley y al estado de derecho.

 

Ese puesto reservado para el monstruo ultraliberal, mercantilista, reaccionario y religiosamente doctrinario, ha asomado por fin su cabeza en estas elecciones. Aunque es difícil que logre ganar en segunda vuelta, conservando su posición de extrema derecha, sin acercarse al centro.

 

Las condiciones extremas en lo económico, social y moral, en que nos está dejando la pandemia, ayuda al crecimiento de los extremos. El miedo incrementa la sensación de la gente, que pasa de sentirse entre desesperada y frustrada, a colérica y escéptica. 

 

Vergara sostiene que en segunda vuelta gana quien se muestra “más proclive al bloque democrático, mientras que el aspecto económico no tiene mayor importancia”. Sin embargo, como él mismo reconoce, el intervencionismo estatal en la economía ha estado presente a lo largo de todos los procesos electorales, aun cuando en las ánforas solo ganó el 2006 con García. 

 

La pregunta a tres semanas de ir a votar es: ¿el efecto pandemia habrá terminado por agotar el modelo de libre mercado o, por el contrario, lo robustecerá? ¿Pesará más la legalidad, el estado de derecho o la economía? ¿Más Estado o más mercado? 

 

Sea cual fuera el resultado en la primera vuelta, en la segunda volveremos a escoger el mal menor; es decir, de nuevo nos encontraremos en el centro. No hay forma de asegurar gobernabilidad desde posiciones extremas. 

 

Pero no se crea que el centro es solo un punto intermedio en la línea de posiciones extremas. En política, el centro se construye. Y no solo con el trabajo de los candidatos. Los electores también ayudan con su voto. 

 

Por lo tanto, es mejor desde ahora pensar en ese momento para decidir por quién votar. ¿Quién asegura un gobierno con estabilidad sin caer en posiciones extremas? ¿Quién de todos los candidatos es el más convocante o el que tiene menos resistencias partidarias para construir gobernabilidad? Solo quedan tres semanas para responder estas interrogantes y colaborar a centrar el centro. 


 

 

 



06 marzo, 2021

Vacunación, lógica y logística


En términos simples, la logística es el conjunto de medios necesarios para llevar a cabo un fin determinado de un proceso complicado. Para algunos es un arte, para otros una ciencia. Pero en realidad se trata de un aspecto central que define el éxito o el fracaso de una operación.

 

El acto de vacunar en nuestro país se ha convertido en un desafío logístico que requiere mucho de lógica. Para empezar, el proceso encierra dos tipos de problemas, uno de disposición física del producto, que no tenemos, y otro de organización y traslado de las vacunas a su público objetivo. 

 

Si fuéramos un país que se respeta, con desarrollo e investigación, con industria farmacéutica propia, con sistema primario de salud y postas médicas en cada barrio, o con capacidad de articulación latinoamericana regional que nos hubiera asegurado la compra de vacunas en volumen, no sería mayor problema atender a los 24 millones de mayores de 18 años que requieren inmunizarse contra el SARS-Cov-2. 

 

Usaríamos el padrón electoral, donde estamos agrupados por distritos y segmentados inclusive por mesas de votación, y acudiríamos a los puntos de vacunación más cercano a nuestros domicilios por edades y fechas establecidas. Un sticker en el DNI acreditaría que cumplimos con esta medida.

 

Pero, no somos ese país de fantasía.

 

Tenemos que hacer de tripas corazón y ejecutar un mecanismo propio de nuestras carencias. Las vacunas Pfizer —que ya empiezan a llegar y las tendremos a razón de 50 mil cada semana— son las más complicadas de tratar. Además del excesivo frío que requieren, vienen en cajas que no se pueden abrir y redistribuir, sino que, una vez abierta, se deben usar en su totalidad. Esto obliga a ir en busca de grupos de personas para ser más eficaces en su uso. Se atenderá así a los adultos mayores ubicados en albergues y casas de reposo. EsSalud buscará a los asegurados del PADOMI y llevará estas vacunas al domicilio. Además, se está pensando inmunizar con esta vacuna a las comunidades nativas para tener que ir a los lugares más alejados solo una vez.

 

No es fácil armar toda esta logística. Se tendrá que ser muy minucioso para manejar los padrones de asegurados de EsSalud, del Minsa, de los programas sociales: Juntos, Pensión 65, los usados en los bonos de emergencia. Sin que los beneficiarios se crucen.

 

Felizmente tenemos el dispositivo legal, aprobado en octubre del año pasado. En la primera fase se vacuna el personal de salud, administrativo, seguridad, limpieza, entre otros, que forman parte de la primera línea de atención contra la COVID-19 y que laboran en el Ministerio de Salud, EsSalud, SISOL, Sanidades de las Fuerzas Armadas y de la Policía Nacional, así como del sector privado (clínicas).

 

A ellos se suman el personal de las Fuerzas Armadas, Policía Nacional del Perú, Bomberos, Cruz Roja, serenazgo, brigadistas, estudiantes de la salud y miembros de las mesas electorales. Como no hay tantas vacunas, los miembros de las mesas electorales deberán esperar.

 

En la segunda fase, se vacunan los adultos mayores de 60 años, personas con comorbilidad, población de comunidades nativas o indígenas, personal del INPE y personas privadas de la libertad. En esta etapa el único requisito para acceder a una vacuna es la edad. Primero los mayorcitos de 85, luego los de 80 a 85, después los de 75 a 80 y así hasta llegar a los de 60 años.

 

En la tercera fase se vacunan las personas de 18 a 59 años.

 

Como ha dicho bien el presidente de la república, Francisco Sagasti, no hay disponibilidad suficiente de vacunas en el mundo. No hay producción que alcance para todos. Las negociaciones son de Estado a Estado, y los privados tendrán que esperar para entrar a operar. Mientras, el pánico se apodera en algunas partes del mundo. Italia acaba de cancelar la exportación de vacunas AstraZeneca a Australia, debido a una cláusula que permite primero asegurar el mercado europeo. 

 

Estamos ante un verdadero reto de organización, inteligencia y paciencia. Nuestro país no forma parte de los países que producen las vacunas, ni de los que disponen plenamente de ellas en el corto tiempo. Habrá que esperar. El proceso será largo. Seguramente habrá errores en el camino. Esperemos que el aprovechamiento indebido no sea uno de ellos. Solo pedimos un poquito de lógica en la logística.