28 septiembre, 2019

Halcones y Palomas




Los individuos, como los grupos, para obtener algo en la naturaleza, luchan. Tienden a disputar algo que consideran vital para su supervivencia. En el reino animal, puede ser el alimento, alguna hembra o el territorio. En el mundo humano es eso y, además, el poder. 

En política, halcones y palomas no son dos especies distintas, sino dos tipos de comportamientos, dos inteligencias, dos actitudes que dirimen un proceso de negociación que tiene de cooperación y conflicto. Como en la teoría de juegos, las luchas empiezan con insinuaciones, amenazas y demostraciones de fuerza, antes que con verdaderos choques. 

Las palomas buscan imponerse mediante el diálogo, los halcones en cambio buscan resultados usando  la fuerza. Las negociaciones del premier Salvador del Solar con diversos grupos políticos del Congreso, incluyendo al principal opositor Fuerza Popular— a los que ofreció el retorno del Senado y la posibilidad de que los actuales congresistas puedan postular a él, es una clara conducta de paloma. Correcta, por cierto. 

Ser paloma no es ser blando, ni miedoso. En la mayoría de los casos exige una alta dosis de sensatez y responsabilidad. La propuesta de Del Solar fue correcta. ¿Qué pasó, entonces? Un halcón encerrado no se anda con rodeos. Se lanza sobre el objetivo de manera rapaz. En todo momento hará uso de su fuerza con tal de obtener su propósito. Una mente de halcón usa todos los métodos a su alcance, incluido el engaño y la traición. 

El premier conversó de manera reservada con anuencia del presidente Vizcarra (¿así fue, no?). Pero, quizás, confió demasiado en su capacidad expositiva y de interlocución; y no se dio cuenta de que el halcón no tiene piedad al momento de apretar sus garras. Al no oficializar, ni hacer pública, su ronda de conversaciones perdió la oportunidad de obtener el respaldo de la calle. 

Una interrogante salta a la vista. ¿Qué rol asumió el presidente Vizcarra? ¿Halcón o paloma? Por lo que que acaba de señalar la primera vicepresidenta Mercedes Aráoz —al parecer el presidente le comentó sobre su deseo de renunciar, su papel fue al comienzo el de una paloma desconfiada y al final el de un halcón medroso. 

Cooperantes y explosivos, pacifistas y agresivos, conciliadores y extremistas, hay en todos los grupos. En el mundo de los humanos, los mismos actores pueden adoptar e intercambiar ambos roles por momentos e indistintamente. El premier fue claramente paloma cuando intentó una salida negociada y halcón herido al sentirse traicionado.

El peor desenlace para todos ocurre cuando ambos jugadores caen en el rol halcón-halcón. La ganancia, entonces, es de suma cero. La inteligencia, el sentido común, el deber patriótico —llámesele como se le llame— debe servir para equilibrar los roles de cooperación y conflicto. No hacerlo es terminar despellejándose unos y otros. Y en ese juego, perdemos todos.


21 septiembre, 2019

Fin del juego


Hay un tiempo para dialogar y un tiempo para actuar. Estamos al borde de concluir el primero y los peruanos no tenemos certeza de cómo será el segundo. Es una situación sui generis en la que los poderes del Estado no han sido capaces de encontrar una vía de entendimiento, ni siquiera de acercamiento. 

El diálogo ha estado ausente, aunque no así la palabra. El presidente Vizcarra ha repetido en diversos escenarios —en provincias y foros sectoriales— su mismo planteamiento; la necesidad de terminar la crisis política vía una respuesta política: el adelanto de elecciones. 

El Congreso, en cambio, ha movido más piezas en el tablero. Ha sensibilizado el sector externo con la visita del presidente del Congreso, Pedro Olaechea, al secretario general de la OEA y la consulta a la Comisión de Venecia. 

La batalla final en el área legal, sin embargo, el Congreso la prepara en el Tribunal Constitucional, recomponiéndolo.

Ambas estrategias, opuestas y en rumbo de colisión, se encontrarán en una semana, a fines de setiembre, cuando se cumpla el plazo final que el ejecutivo le dio al legislativo para resolver el adelanto de elecciones y el recorte del mandato.  

¿Qué puede pasar? Nadie lo sabe. Las alternativas van desde la cuestión de confianza y cierre del Congreso hasta la convocatoria a una Asamblea Constituyente para reformar la Carta del 93 y dejar al actual Parlamento en estado catatónico. 

Cualquiera que fuera la salida, dividirá al país. No hay forma que alcancemos el consenso con fórmulas no dialogadas, sin debate, ni voluntad política. El juego oculto, las cartas bajo la mesa, el golpe, son mecanismos de maña y fuerza, no de juego limpio.

El antagonismo es consustancial a la política en la definición Schmittiana del término (amigo - enemigo), pero eso no puede ocultar que también es inherente al ser humano el esfuerzo racional que implica el diálogo y la búsqueda del consenso. 

Llevar la política al reino de lo irracional es ingresar al mundo de la antipolítica. Conducir al país por el camino de la crispación en lugar del entendimiento, la intolerancia en lugar de la tolerancia, la confrontación permanente en lugar del consenso o del término medio, es llevarlo directamente al despeñadero. 

Se viene el rayo. Ojalá la población distinga bien quiénes son los responsables de haber armado esta tormenta. 

08 septiembre, 2019

El final se acerca

No se ve una luz al final del túnel. Tal parece que llegamos a un desenlace oscuro. Sin acuerdo conversado de salida a la crisis política. El encuentro entre Vizcarra y Olaechea no ha significado una definición. En ninguno de los dos sentidos. Ha sido un mero pulseo de fuerzas. Un diálogo de sordos.

Apenas terminó la reunión cada quien volvió a sus trincheras y reforzó sus posiciones. El Congreso gatilló primero. Disparó contra el propio presidente al proponer investigar Conirsa, Chinchero, la SUNEDU, las encuestadoras y hasta el mensaje presidencial (aunque después retrocedió en esto último).

El presidente denunció la ofensiva y replicó: “…con estas actitudes (el Congreso) no hace otra cosa que justificar día a día el pedido de adelanto de elecciones que hemos hecho”.

Despejada la bruma de los cañonazos, el teatro de operaciones se aclaró. El presidente, urgido por los plazos que corren, debe definir en poco tiempo si juega su carta final de la cuestión de confianza y obligar a una salida final.

Solo hay dos caminos posibles: el pacto o el choque.

Si es por pacto, las conversaciones pasan por colocar como primer punto del pacto el retorno del Congreso Bicameral, con el añadido —complicado de aceptar para la calle, pero necesario— de que los actuales congresistas puedan postular al Senado de la República.

Si se elige el choque, la vía no es plantear la cuestión de confianza insistiendo en la “esencia de las reformas constitucionales”, sino, que se tendrá que apelar a una medida más pragmática y sobre la que no quepa la menor duda de su efectividad para obtener el mismo resultado de las dos cuestiones de confianza negadas: el cambio del presidente del Consejo de Ministros. 

En la calidad y estilo del nuevo premier estará la fuerza estratégica de esta decisión.  

Así, se provoca una crisis ministerial por renuncia del actual primer ministro y se convoca a un reemplazante que conforma un nuevo gabinete el cual debe acudir al Congreso de la República, exponer la nueva política de gobierno y solicitar cuestión de confianza sobre ella.

Este camino liberaría a Salvador del Solar para asumir con libertad una tarea electoral en las nuevas elecciones generales (si quisiera).

El nuevo premier tendría que tener un rol político y ejecutivo tan fuerte que por un lado obligue al Congreso a no extenderle la confianza o, si se la da, logre impregnar eficiencia a los programas del Ejecutivo, generar confianza en los inversionistas y equilibrar el poder que actualmente emana del Legislativo. Todo al mismo tiempo. 

¿Existirá ese ser superdotado de la política? En las próximas semanas lo sabremos.