07 febrero, 2012

Lucanamarca, Holocausto peruano

El pueblo judío conmemora los 27 de enero de cada año el Holocausto vivido a manos de los nazis en los campos de concentración, no por patología necrológica, sino para mantener vivo el recuerdo del horror al que puede llegar el hombre.

Horror de la guerra; que desnuda su condición animal.

Los peruanos hemos pasado nuestro propio holocausto. El 3 de abril de 1983, en Lucanamarca, Huancasanccos, Ayacucho, vivimos en carne propia ese horror.

Ese día, Sendero Luminoso, perpetró una de las matanzas contra la población civil indefensa más crueles que se tenga memoria.

Hombres, ancianos, mujeres embarazadas y niños fueron ultimados a machetazos, cuchillo, arma de fuego y piedra. Los testimonios recogidos por la CVR indican que la población estuvo en un absoluto estado de indefensión.

Este hecho, considerado un crimen de lesa humanidad, fue aprobado y planificado por el Comité Central de Sendero y reconocido por Abimael Guzmán en la denominada “Entrevista del Siglo” y ante los comisionados que lo entrevistaron en la cárcel.

Es decir, fue un hecho de sangre hecho con plena conciencia. Genocidio puro y salvaje. Necesitamos recordar a las nuevas generaciones lo que fue este capítulo negro de la historia reciente del Perú. No para celebrarlo, sino para honrar a los caídos, velarlos, y recordar su memoria y existencia.

Recordar el dolor producido no para generar pena. Sino para tener presente que nunca más los peruanos debemos enfrentarnos a los peruanos.

Ese es el espíritu de proponer la fecha del 3 de abril. El 27 de enero de 1945 el Ejército soviétivo liberó el mayor campo de exterminio nazi en Auschwitz-Birkenau (Polonia), pero el pueblo judío recuerda el horror que vivió en esas fábricas de la muerte. A nadie se le ocurre en Israel cambiar esta fecha por la de la caída y muerte de Adolfo Hitler.

El Yad Vashem, en Tel Aviv, que recuerda el exterminio nazi, es un homenaje a las víctimas que recrea la forma inhumana en que familias enteras pasaron sus últimos días en las mazmorras de Aushwitz.

La muerte ha estado presente en la escena contemporánea del hombre. Sólo entre 1914 y 1991 –el Siglo Corto en la definición del historiador Erick Hobsbawn– hubo 205 millones de muertos. Y la cifra aumenta día a día.

La violencia nos recuerda de lo que estamos hechos. Debemos recordarlo siempre para no ser dominados por ella.

Por esta razón proponemos incorporar al calendario cívico democrático una fecha que recuerde el horror del hombre contra el hombre.

Aushwitz, Lucanamarca, Accomarca –el terror del Estado–, son esos puntos en la historia que debemos tener presente no para golpearnos el pecho y llorar, sino para gritarles a las nuevas generaciones que tienen la obligación de no repetir la historia y ser mejores que sus antecesores.


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POST DATA.- ¿Por qué tanta intolerancia?

El fujimorismo se ha pronunciado contra el proyecto multipartidario impulsado por Perú Posible para declarar el 3 de abril de cada como Día Nacional contra el Terrorismo. Ha criticado duramente a Alejandro Toledo al tiempo que propone cambiar la fecha contra el terrorismo al 12 de setiembre –día de la caída de Abimael Guzmán.

Por sus destemplanzas, insolencias y falta de respeto hacia el ex presidente Toledo, el fujimorismo sólo ha revelado su faceta autoritaria, intolerante y obtusa que todos conocíamos. En lugar de dar muestras de unidad ante el enemigo común –el terrorismo–, pretende que los consideremos hegemónicos en la lucha contra el terrorismo, cuando la verdad es que son sus principales dirigentes y administradores del Estado quienes están presos en las cárceles por delitos de lesa humanidad, crímenes de estado y corrupción.

Esa es una verdad que sólo el cinismo, la desfachatez y la impudicia política, es capaz de nublar.

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