11 marzo, 2018

Check and (Des)balances


El curso de colisión entre los poderes del Estado es inevitable. Nuevamente una moción de vacancia contra el Presidente de la República, Pedro Pablo Kuczynski, será debatida y votada en pocas semanas.

No importa si hay nuevas causales o si las pruebas de incapacidad moral permanente contra el presidente son incuestionables. La oposición mayoritaria del Congreso tiene los votos para presentar la moción de vacancia y ahora corren las apuestas por ver si tiene los votos para terminar de echar al presidente.

La pieza que faltaba para llegar a la última batalla premunido de todas las defensas era quitarle al presidente el poder –remoto, pero poder al fin y al cabo que tenía de cerrar el Congreso ante dos gabinetes censurados consecutivamente.

Para quitarse esta espada de Damocles sobre sus cabezas, los congresistas, aprobaron esta semana una interpretación auténtica de los artículos 133 y 134 de la Constitución.

Estos artículos señalan que la facultad presidencial de disolución del Congreso de la República procede únicamente cuando se han producido dos crisis totales de Gabinete, sea porque el premier plantea cuestión de confianza sobre su gabinete y no se la dan, o lo censuran o renuncia.

Pero ahora resulta que el Congreso interpreta esta facultad y señala que “no se considera que hay “crisis total” del Gabinete cuando el presidente del Consejo de Ministros renuncia unilateralmente ni cuando el presidente de la República opte por designar a uno o más ministros renunciantes nuevamente en el Gabinete”. Con esta nueva lectura, la censura del Gabinete Zavala no cuenta como la primera crisis total de gabinete.

El congresista Mulder abona en argumentos: “crisis total del Gabinete” es cuando se van todos los ministros”, señala y agrega: “si regresa un ministro no es una crisis, por lo tanto, no entra dentro de las dos posibilidades que tiene el presidente de la República de disolver el Parlamento”.

El razonamiento del congresista Mulder, por decir lo menos, es falaz. La crisis total del gabinete se manifiesta en el momento mismo en que la confianza al Presidente del Consejo de Ministros le es rehusada. En esta etapa todos los ministros, sin excepción, renuncian de manera irrevocable a su cargo.

El gobierno designa a un nuevo Presidente del Consejo de Ministros, quien junto al Presidente de la República arma el nuevo gabinete. Se trata de un gabinete nuevo, remozado, parchado, o como quiera llamársele, aún cuando algunos de los los responsables de las carteras sean los mismos. Pueden ser las mismas personas pero pertenecen a gabinetes diferentes.

El acto legal que refrenda esta renovación de gabinete es la juramentación y el decreto supremo que se dicta para el nombramiento del ministro. El ministro puede ser la misma persona pero su poder ministerial fenece con la censura o no confianza o renuncia del Presidente del Consejo de Ministros y se renueva, en otro tiempo o periodo, con la juramentación del nuevo jefe del gobierno.

Lo que ha hecho el Congreso al modificar los artículos 133 y 134 de la Constitución es recortar las facultades del presidente y alterar el check and balances, que existe en todo Estado moderno. El Congreso se cura en salud ante un eventual choque frontal y terminal de poderes, disminuyendo al Ejecutivo y a la vez, borra los límites que deben tener los poderes del Estado para  evitar caer en el abuso y la tiranía, pasando a un peligroso estado de check and (Des)balances.





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