28 octubre, 2018

Guerra, paz y armisticio

Luego de dos años de haber planteado una estrategia de guerra política contra el poder ejecutivo -al que logró torpedearlo y casi liquidarlo con la renuncia del presidente Kuczynski-, Keiko Fujimori, al borde de ser encerrada en prisión por una investigación preliminar que la acusa de liderar una organización criminal al interior de su partido, ha planteado una “agenda de reencuentro nacional”.

Una mitad del país no le cree absolutamente nada. La otra mitad se reparte entre quienes sí le creen y quienes aún dudan de su palabra. ¿Qué pasó con la primera fuerza política del país? ¿por qué llegó a esta situación de fraccionamiento y debilidad en la que se encuentra?

Errores, sin duda. El primero de ellos, no entender el mandato político de los electores. Al creer Keiko que le habían robado la elección, leyó que el mandato del pueblo en las ánforas fue “que ella gobierne”, pero que las malas artes (del presidente Humala, coludido con Kuczynski), le arrebataron este encargo.

Entonces, se dispuso a gobernar desde el Congreso, el primer poder del Estado. Gobernó contra Kuczynski a quien defenstró primero a su ministro de Educación y luego a su presidente del Consejo de Ministros. Y no paró hasta armar el operativo de los “Mamanivideos” y obligar a renunciar a PPK.

Intentó hacer lo mismo con Vizcarra, pero los “cnmaudios” y el destape de los “Cuellos Blancos”, permitió al presidente Vizcarra cambiar el eje del juego, desmarcarse de la presión de Fuerza Popular, y a partir de su mensaje a la Nación el 28 de julio levantar las banderas de la lucha contra la corrupción.

Vizcarra pasó a la ofensiva cuando denunció las trampas que Fuerza Popular introdujo en las reformas judiciales y políticas que serán sometidas a referéndum, dejando en evidencia a una mayoría proclive al engaño y al doble juego. La defensa obtusa del Fiscal de la Nación tampoco ayudó a Fuerza Popular.

La estocada final está en manos del Ministerio Público y del juez Concepción Carhuancho quienes en audiencia pública y televisada han expuesto los detalles del denominado Caso Cócteles, en el que queda en evidencia el manejo oscuro de los gastos de campaña del 2011. Los mensajes del Telegram La Botica y sus directivas no dejan duda del accionar de hierro de la organización liderada por Keiko Fujimori.

Llegamos así a un punto de quiebre en el escenario político nacional que se definirá en las próximas semanas. Lo que decida la justicia, recompondrá el tablero político.

Estar privado de libertad restringe los derechos políticos. Pero no impide ejercer el poder político.

Si Keiko pasa a prisión por más de 30 días es claro que no podrá votar en el referéndum, pero eso no significa que pueda instruir a su bancada a, por ejemplo, salvar la bicameralidad. Eso sería un compromiso concreto de la pax que ahora reclama. Más que una declaración y buenas intenciones, lo que se necesita es un armisticio con puntos concretos de acuerdo. El país no aguanta una guerra política prolongada.


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