09 enero, 2021

Vacunas y vacunación


Una cosa es el sustantivo, otra la acción. Ya tenemos vacunas, ahora debemos procurar que llegue a la mayor cantidad de peruanos. Y eso implica planificación, logística y recursos humanos.

 

No incidiremos en buscar culpables por el retraso al que quedamos expuestos los peruanos. La responsabilidad tiene que señalarse, aunque el daño en tiempo y vidas sea irreparable.

 

Lo que sabemos es que al final se siguió el camino de Chile que contrató a un bufete internacional de abogados para que negociara y cerrara la compra de las vacunas. Los esfuerzos conjuntos de la Cancillería, el Ministerio de Salud y el sector privado a través del comando vacuna no funcionaron. 

 

Hoy tenemos vacunas caras (2,750 millones de dólares por 38 millones de dosis de Sinopharm con 79% de efectividad), pero tenemos. Un chupo de plata. Pero, vamos, he aquí la razón suprema del Estado: la defensa de la vida y la dignidad humana.

 

No podemos entramparnos ahora en acusaciones mutuas entre la cancillería y el Ministerio de Salud sobre qué sector impidió cerrar las negociaciones para adquirir las vacunas y si primó más el concepto de seguridad nacional sobre el de salud pública.

 

El gobierno debe superar este escollo, alinear sus sectores y dedicarse a planificar el desarrollo operativo que asegure que las dosis lleguen a tiempo a las personas que más lo necesitan.

 

El primer círculo de atender al personal médico y fuerzas policiales no parece muy complicado. El tema se encrespa algo al tratar de llegar a la población adulta mayor y se pone más oscuro aún al identificar a la población vulnerable con enfermedades mórbidas asociadas. 

 

El problema es que no solo no existe seguimiento ordenado de los pacientes con comorbilidades o enfermedades crónicas, sino que muchos de ellos ni siquiera lo saben. De los 2 millones de diabéticos que circulan en el país, la mitad de ellos desconoce que padece la enfermedad.

 

El segundo problema es que no existe personal médico suficiente para atender los casos más dispersos, en comunidades de altura o de selva. Sobre este último punto convendría poner en práctica un sistema de Servicio Médico Rural adelantado con jóvenes estudiantes y graduados de carreras médicas para formar brigadas de vacunación que penetren el país.

 

Capacitar a los jóvenes que se forman en universidades e institutos técnicos en diversas especialidades médicas para que vacunen a nuestros compatriotas será una buena forma de empezar el Bicentenario. Existe también el problema de los "anti vacunas", personas que se niegan a ser vacunados, pero ese tema merece un post aparte. 

 

Los problemas políticos, las investigaciones y probables acusaciones que se abran en el camino, no deben distraernos de lo prioritario: atender de manera inteligente, urgente y eficiente la protección sanitaria de la población más vulnerable. 

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