19 marzo, 2008

Control o competencia de precios

(Desde Piura) Parecía que despertaba de una pesadilla. El Premier Del Castillo anunciaba que le declaraba la “guerra a la especulación de precios”; la ministra Fernández pedía sanción para los especuladores; el ministro Rey iría a los muelles a vigilar el precio del pescado; Indecopi recorrería hoy mercados y hasta la policía levantaría atestados y encerraría a criminales minoristas por esta guerra de precios altos.

Una vez más, el gobierno yerra en tratar el tema inflacionario. Y volvemos a las fallidas recetas ochentistas cuando Del Castillo iba, en efecto, a los mercados a pesar papas y camotes, y defender el fallido sistema de control de precios.

En el Perú del 2008 no hay delito de especulación de precios, porque ya no existen “precios oficiales” que controlar. El precio es libre y se pacta en cada transacción a lo largo de la cadena de producción y comercialización.

No es tarea de los ministros vigilar los mercados, ha dicho Del Castillo, soplándole esa responsabilidad a los alcaldes distritales. Tampoco. Los alcaldes no pueden ir vara en mano a controlar el precio de los huevos, las papas y los tomates.

Lo que deben hacer las autoridades locales es dar facilidades para fomentar la competencia de productos.

En ese caso, los alcaldes debieran alertar, comunicar, informar a la ciudadanía qué productos tienen precios atractivos en sus respectivos mercados para atraer, motivar, conquistar a los consumidores. En marketing, eso se llama BTL, impulsar un producto de manera directa.

El gobierno propone, en cambio, usar el garrote y golpear al más débil de la cadena: el minorista, que no hace, sino protegerse ante el factor psicológico que prima en toda ola alcista.

Perseguir a los minoristas puede generar un problema mayor; escasez.

Los minoristas para protegerse de la autoridad y para defender sus precios altos podrían esconder sus productos.

Peor aún, la escasez ficticia de los alimentos puede devolvernos a los días oscuros del uso del caramelo para endulzar el té.

Sí eso ocurre, será muy complicado salir del hoyo inflacionario.

Y en ese caso, ya no tendremos sólo la sensación de estar en una pesadilla, sino que la viviremos en carne propia... aterrador.



3 comentarios:

Anónimo dijo...

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Anónimo dijo...

Hoy, lunes 24 de marzo de 2008 en La República:

Cuando abandonaba la Catedral de Lima una mujer le gritó: ¡Alan, está subiendo el aceite! Pero el mandatario, quien iba acompañado por su esposa Pilar Nores, no escuchó, o fingió no escuchar, porque sin decir nada subió al auto que lo condujo a Palacio de Gobierno, que dista apenas unos cuantos metros del templo mayor.

El grito de la mujer había roto, quizás, la tranquilidad que García exhibió en la Misa de Resurrección, oficiada por el cardenal Juan Luis Cipriani, como una muestra de la calma que ha venido solicitando al país –desde su retorno a Lima de su gira oficial por Japón y China– por el alza de los precios del pollo, el aceite y el tomate.

Anónimo dijo...

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