No podemos tolerar el sistemático chuponeo que ensucia la contienda electoral municipal. Utilizar grabaciones ilegales de conversaciones privadas no ayuda a consolidar la democracia; por el contrario, la debilita.
Que un medio abierto de la televisión peruana se cebe todos los días con una de las candidatas en liza y que utilice precisamente el material grabado con nocturnidad, tampoco abona en la defensa del sistema.
¿Qué fuerzas oscuras se dedican a grabar las conversaciones de los políticos para utilizarlas en la campaña electoral e influenciar de ese modo en la opinión pública?
¿Cuál sería el objetivo final de esta práctica velada, más allá de derribar una candidatura y colocar en el gobierno otra que no tiene que ver con las grabaciones ilegales?
¿Son las mismas fuerzas del pasado las que operan hoy?
Estas son algunas de las preguntas que el gobierno debiera responder para garantizar un proceso electoral transparente.
El chuponeo telefónico en esta campaña municipal es un aviso, una señal, un avance, de lo que puede venirse en la elección presidencial del próximo año.
El Perú rechazó en las calles y en las urnas estos métodos. ¿O no? ¿O estamos ante el elector cínico que tolera el “no importa que robe con tal que haga obra”?
Se debe rechazar con fortaleza cualquier práctica del pasado que interfiera con la voluntad popular.
Estos hechos son los que generan zozobra, preocupación, miedo, en los agentes económicos. No las tendencias que libremente escoja la población.
La pregunta es: ¿puede este gobierno garantizar un proceso electoral limpio, transparente, sin interferencias delincuenciales como el chuponeo?
O cerramos el kiosco y llamamos a observadores internacionales ya.
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