01 octubre, 2010

Carta abierta a mi hija que vota por primera vez

Querida Sandy:

Sé que nuevos pensamientos asoman a tu vida. Votarás por primera vez este domingo y aunque ya pensaste por quién hacerlo, te burbujean algunas dudas. ¿Habré decidido correctamente? ¿Elegiré al mejor? ¿Vale la pena la política?

Entiendo tus dudas, hija mía. La política se ha deteriorado como moneda de cambio. Y los jóvenes como tú tienen todo el tiempo del mundo para pensar en cosas más estimulantes que el arte de gobernar, que es como los mayores definieron la actividad pública.

Pero si nos alejamos de la política -entendida como la necesidad de gobernar con ética y transparencia, con eficiencia y sentido social-, les habremos dejado espacio a los demagogos, a los corruptos, a los antipolíticos de siempre.

Por eso creo que es necesario que jóvenes como tú hagan lo que yo mismo no logro hasta hoy: hacer política desde una organización política.

La política debe asumirse como una responsabilidad para administrar una ciudad, una región, un país; un compromiso para resolver los problemas sociales; y una auténtica vocación de servicio para no confundir la cosa pública de la privada, y hacer obra para atender una demanda ciudadana y no para llenarse los bolsillos.

Antes de marcar tu cédula de votación piensa bien quién de todos los candidatos se acerca a estos principios. Y digo se acerca para no desilusionarte en tu primera oportunidad de ejercer tu derecho cívico. Con el tiempo aprenderás que se necesita algo más que acudir cada cierto tiempo a votar para ejercer realmente tu poder ciudadano.

Votar no lo es todo, pero es el principio de un bien mayor.

Vota con convicción. Sin miedo. Vota por el que te llegue al corazón. Por el que sientas sincero. Por el que te transmita más en la mirada. Vota por quien creas que gobernará con rectitud, pensando siempre en las grandes mayorías, en los que menos tienen.

Una autoridad que quiere el bien de su pueblo, recibe la recompensa de ver pasar los años con dignidad y orgullo del trabajo realizado.

Vota con sinceridad. Sin odio. Con tranquilidad. Piensa que esos segundos que pasarás a solas en la cámara secreta, son los segundos que más impacto tendrán en tu vida, porque eliges a un representante, tú representante, a quien tienes luego el derecho de reclamarle si no cumple lo que prometió en campaña.

Ve, hija mía, y cumple con responsabilidad tu primer encuentro con la adultez cívica.

Te quiere mucho,

Papá

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