La incorporación de los peruanos en el
exterior al Congreso de la República a través de la elección de dos
parlamentarios, no mejora la representación nacional.
Al contrario, la empeora.
Parece un contrasentido, pero los números
indican que no lo es.
El proyecto aprobado en la Comisión de
Constitución señala que los dos representantes de los peruanos en el exterior
saldrán de la cuota correspondiente a Lima que de 36 congresistas pasa a 34.
Es decir, en lugar de sumar distritos
electorales, se resta al mantener el número de congresistas en 130.
No aumentar el número total de representantes
significa que a nivel nacional seguimos teniendo un congresista por cada 230 mil
pobladores.
En el caso de los peruanos en el exterior la
proporcionalidad indica 1 congresista por cada 1.5 millones de peruanos que viven fuera
del país, ó 1 congresista por cada 350 mil peruanos que votan en el exterior.
La subrepresentación política es uno de los
problemas que el Congreso no quiere asumir.
Con ocasión del debate sobre la
bicameralidad, señalamos en un post anterior que 130 parlamentarios en las dos
cámaras -como se proponía en aquel momento-, era un número menor del que tuvo
el Congreso peruano en 1919 formado por 138 representantes.
En 1919, el Perú tenía una población de 4
millones 382 mil 400 habitantes y una tasa de crecimiento poblacional anual de
1,22%. Hoy el Perú multiplica esa población casi por 8 y tiene una tasa de
crecimiento poblacional es aún más alta: 1.33%.
Es un contrasentido quitarle dos congresistas
a Lima para dárselos a los peruanos en el exterior. Lo que se tiene que hacer
es recuperar la proporcionalidad en la representación nacional y en ese caso,
los peruanos en el exterior tendrían no menos de 5 representantes.
Otorgar 2 curules a 3 millones de compatriotas
que viven fuera del país, quitando representación a un Congreso ya de por sí
subrepresentado es un contrasentido.
En lugar de soluciones parche el Congreso
debiera aprobar la bicameralidad y aumentar el número de congresistas aún
cuando sea una medida impopular. No hacerlo sólo demuestra que seguimos
arrastrando el lastre del autogolpe del 92 que arremetió contra las
instituciones democráticas y arrinconó a los partidos políticos.
No hay comentarios.:
Publicar un comentario