08 febrero, 2015

El poder psicosocial


Se ha abusado del término “psicosocial”. Cualquier acto de manipulación, propaganda o antipropaganda es hoy un psicosocial. Su mala fama le viene de los noventa, cuando el gobierno autoritario abusó de este mecanismo hasta la grosería.

En Defensa Nacional, sin embargo, lo psicosocial es un área de estudio y de acción. El Poder Nacional, el Potencial Nacional o la Realidad Nacional se analizan desde los dominios político, económico, psicosocial y militar.

El dominio psicosocial está ligado al poder. Al poder expresado en su forma más amplia, de conducción de grupos humanos. Se ocupa de acciones o luchas que ocurren en la mente de la gente con la finalidad de producir, cambiar, combatir o doblegar una conducta.

El espacio donde el psicosocial combate es en la conciencia y en el subconsciente. Así lo entienden, al menos, los militares y policías. Es parte de su formación. Es indispensable para ganar una guerra. Siguiendo a Clausewitz, el fin de la guerra no es liquidar al enemigo, sino doblegar su conciencia, dejarlo sin voluntad o apropiarse de ella.

Siendo parte de la lucha por el poder, el psicosocial no es solo una expresión del conocimiento militar. Es una herramienta política. Y en manos de los políticos, su valor estriba en la consistencia que adquiera al paso del tiempo.

El psicosocial viene principalmente de quien ejerce el poder. Pero nada impide que políticos diestros –conspiradores profesionales– lo utilicen como arma contra el poder. Esto último pasó en el gobierno del presidente Toledo, quien fue víctima de psicosociales urdidos por sus enemigos políticos, muchos de ellos enquistados en los propios órganos del Estado.

El psicosocial empieza de muchas formas. A veces con un sobre manila que llega a un medio y se reproduce como una “investigación periodística”. Otras, como un simple rumor. “Ya cae el Cholo Toledo”. “De Navidad no pasa”. “El paro nacional lo tumba”, “No termina su gobierno”. Algunos de estos rumores pasaron a la acción. Se sostuvieron en medios y columnas de opinión.

Una situación similar se quiere imponer hoy en día. Una serie de rumores sibilinamente desestabilizadores o abiertamente golpistas inundan diversos círculos de opinión. “Se viene una denuncia bomba”, “Se cae el gobierno de Humala”, “De la legislatura de marzo no pasa”, “Preparemos un gobierno de unidad nacional”.

Este tipo de operaciones psicosociales se repotencian cuando llegan a los medios de comunicación. Pero un psicosocial es efectivo solo si llega a estar en las conversaciones diarias de la casera del mercado. En la mente del común de la gente. Ahora bien, la casera no es un ser pasivo, sin resistencia a la manipulación. En su mundo interior batallan los argumentos y, sobre todo, las acciones de las partes. Y lo que piense la gente de su entorno, familiares, amigos. Juegan hasta las costumbres y los hábitos. La psicología de la casera definirá el rumbo que tome el rumor.

Siendo las redes sociales un mecanismo ideal para esparcir el rumor, lo son también para contrarrestarlo. La baja credibilidad de los medios de comunicación es una razón para ello, pero también la reacción inmediata de quienes no se dejan impresionar fácilmente por rumores y psicosociales.

El rumor muere al revelarse la verdad. Pero ¿qué pasa si lo que se esparció es verdad? Entonces, no estamos ante un rumor, ni un psicosocial, sino ante una conspiración. Una verdad descubierta que se utiliza para liquidar a un enemigo político o destruir un régimen.

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Publicado en Diario 16, el miércoles 4 de febrero de 2015.

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