28 febrero, 2021

Permiso para morir

 

Morir es la consecuencia natural de la vida. Desde que nacemos iniciamos un camino sin retorno hacia el destino final. 

 

Dios, en su infinita bondad, es la vida eterna. En la tierra como en el cielo. Morir con dignidad debe ser, por tanto, la consecuencia de vivir con dignidad. 

 

Pero bien sabemos que no es así. 

 

Millones de seres humanos vienen al mundo a sufrir. Viven en un mundo de carencia y necesidad. En su corta existencia, estos seres no han conocido más que hambre, guerras, enfermedad, miseria, abandono y desolación. 

 

La felicidad es, en este caso, una quimera. La dignidad una palabra vacía, sin sentido. 

 

La muerte, en esas circunstancias, el fin a su sufrimiento. Solo la fe hace posible soportar el sufrimiento y aguardar con esperanza, a veces con resignación, una vida digna en el más allá, junto a El Creador.

 

Pero ¿qué hay de los seres humanos que carecen de ese soporte espiritual, que no tienen fe en alguna creencia, que sufren y se resisten a seguir siendo esclavos del dolor y de la muerte a plazos?

 

¿Puede el hombre disponer de su muerte, como lo puede hacer de su vida? 

 

Los griegos se preguntaron esto hace miles de años. En una batalla de centauros, Quirón fue herido en la rodilla por Hércules. Su herida jamás se curó. El centauro solo sentía dolor y sufrimiento. Quirón, quien tenía el don de la inmortalidad, pidió, entonces, morir. Compadecido, Apolo, lo hizo mortal y le concedió el deseo.

 

El dolor humano tiene un límite. Más allá de él solo es posible sublimarlo en la fe. El dolor en el misterio de la religión tiene un propósito; el sufrimiento, un sentido. Cristo sufrió por todos nosotros. Y su dolor en el martirio de la crucifixión llegó a límites más allá de lo humano. Pero lo hizo por un bien mayor: la salvación de todos. 

 

Sin el componente religioso y espiritual, queda aún el aspecto ético y moral. Siendo la vida una condición objetiva, ¿puede la medicina encargada de salvar y aliviar el dolor ayudar a morir con dignidad? Esta pregunta se ha respondido en situaciones de guerras, administrando morfina a los heridos insalvables. Y se responde ahora en hospitales y clínicas, en casos extremos. 

 

En condiciones de sufrimiento y dolor extremo, cuando la ciencia y la medicina llegan a su propio límite es cuando considero que la fortaleza de la condición humana debe imponerse para pedir, demandar, exigir, como Quirón en el pasado, y como Ana Estrada hoy, permiso para morir.

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