10 julio, 2021

El desarrollo esquivo

 

No hay que dejar pasar las declaraciones del ministro Waldo Mendoza en un reciente foro virtual por el bicentenario de la creación del Ministerio de Economía y Finanzas. Es interesante su reflexión descartando el sueño de una industria nacional debido a su distanciamiento físico y geográfico de las grandes potencias económicas.

 

“Todos los países nuevos industrializados están al costado de Estados Unidos, Alemania o Japón. Son las grandes cadenas de valor. Estos (países) chiquitos se agarran y mientras alguien produce autos, ellos producen llantas”, dijo Mendoza para graficar su hipótesis.

 

Enseguida agregó: “América del Sur está lejos de Alemania, Japón, China o Estados Unidos; por eso no hay ningún país industrializado en América Latina, excepto México. Efectivamente, no hay que soñar con que el Perú pueda ser un país industrializado”.

 

El ansiado camino al desarrollo ha tenido varias fórmulas para explicarlo y resolverlo. En los años 40 y 50 se enfatizó el crecimiento del Producto Nacional Bruto como la clave para salir del subdesarrollo, en los 60 y 70 el acento estuvo en mejorar la distribución, en los 80 se habló del desarrollo humano para pasar en los 90 al alivio de la pobreza.

 

Prebisch centraría su explicación en un solo proceso de centro-periferia en el que el desarrollo de los países más poderosos era imposible sin explicar el subdesarrollo de los países periféricos. De aquí surgiría la Teoría de Sustitución de Importaciones como una respuesta para superar el poco progreso técnico de los países periféricos, como el nuestro. La Teoría de la Dependencia afirmaría que el carácter dependiente del capitalismo periférico será la raíz de su imposibilidad de dejar o salir del subdesarrollo.

 

La visión de Mendoza rompe con esta lógica de industrialización que sigue el molde de los países desarrollados para centrarnos en objetivos más realistas como promover la minería (sector primario), la agroexportación, e incorporando nuevos motores productivos como la industria forestal, la acuicultura y el turismo. Solo en el caso forestal tenemos 78.8 millones de hectáreas de bosques, pero no tenemos plantaciones ni exportamos madera.

 

Siguiendo esta línea de pensamiento, el exministro Piero Ghezzi propone una estrategia de crecimiento con tres objetivos: a) Facilitar el crecimiento en todos los sectores con potencial, incluida la industria; b) Encadenar a las MYPE; y c) utilizar los recursos naturales para generar ecosistemas de conocimiento. Esto significa, desde el Estado, generar políticas públicas de desarrollo productivo.

 

El desarrollo no vendrá solo de los mecanismos del mercado. En países como el nuestro, con diversidad económica y social, y con abundante mano de obra no calificada, se tiene que imbricar el Estado y el mercado para ayudar a desbastar las disparidades. El proceso de desarrollo no es solo acumulación de capital económico, sino también de capital humano y social.

 

El desarrollo es, entonces, un proceso multidimensional. Un proyecto nacional de desarrollo de esta envergadura requiere esfuerzo de voluntad y acuerdo político entre las fuerzas productivas, las fuerzas sociales, los inversionistas, los empresarios y los trabajadores. Un amplio consenso político, económico y social, seguridad jurídica y un largo proceso de clima político estable. Todo lo que por el momento, lamentablemente, no tenemos; como si el desarrollo nos fuera un bien esquivo.

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