02 enero, 2023

Diálogo democrático

El diálogo es consustancial a la democracia. Es el mecanismo mediante el cual las civilizaciones procesan sus desacuerdos, dirimen posiciones y alcanzan acuerdos. Es uno de los pilares de las sociedades modernas, que permite la convivencia social. 

 

No hay diálogo en una autocracia. Al romperse el principio de separación de poderes no hay con quién dialogar. La concentración del poder anula el diálogo entre las partes, pero también con la ciudadanía. Aparece el monólogo.

 

Los filósofos encontraron en el diálogo el mecanismo para ejercer de manera libre la defensa de una posición. El lenguaje desbroza el camino. La argumentación razonada da paso al debate y luego al consenso o disenso pacífico. Si el diálogo se rompe puede dar paso a la violencia. 

 

Por eso, es saludable que en medio de la crisis política que atravesamos se haya convocado a un diálogo en el Acuerdo Nacional. Este es un espacio para debatir los grandes objetivos nacionales, pero en ocasiones de emergencia, como las que pasamos, sirve de foro para proponer y encontrar una agenda mínima. 

 

El intercambio de opiniones entre individuos y colectividades es necesario, sobre todo en un país donde el sistema de partidos políticos colapsó hace por lo menos tres décadas. Sin estas correas de transmisión, el diálogo encuentra otras vías, surgen nuevas colectividades que representan intereses grupales, sectoriales, gremiales, religiosos, muchas veces contrapuestos, a los que también se debe escuchar.

 

La finalidad de la política es regular esos intereses de grupo y otros, no para evitar el conflicto, sino para asumirlo, procesarlo y encontrar solución a las controversias y los desacuerdos. Si la política es la respuesta colectiva al desacuerdo, el diálogo es el mecanismo para lograr que la política dé resultados.  

 

Por eso, en política, la finalidad del diálogo no solo debe permitir que los grupos en conflicto se expresen, sino que lleguen a acuerdos, pacten compromisos realizables y los pongan en práctica. Nunca más firmar acuerdos de mesas de diálogo para levantar la medida de fuerza, que luego se incumplen.

 

El diálogo político, asumido entre posiciones discordantes, o aún contrapuestas, para ser efectivo debe ser democrático y estratégico. Es decir, ser una práctica democrática y tener una finalidad clara. No un momento, sino una característica de gobernar. Dialogo, luego gobierno.

 

Mediante el diálogo se disipan las tensiones producto de la exclusión, la fragmentación o la violencia. Fortalecer el sistema democrático implica, por eso, ejercerlo con tolerancia, realismo y concreción, como expresión sincera y permanente de hacer política.

 

 

* Magister en Ciencia Política.


Artículo publicado en el Diario El Peruano, 2 de enero de 2023.

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