19 agosto, 2009

Paucartambo: la protesta de la abundancia

La protesta de la comunidad de Paucartambo, no es fruto de la escasez, sino de la abundancia. A diferencia de otros lugares que demandan mayor presencia del Estado o aumento presupuestal para obras de infraestructura, los comuneros de esta zona de Pasco, reclaman el uso productivo del fondo de fideicomiso creado por la empresa privada que administra la Central Hidroeléctrica de Yuncán.

No faltan recursos. Existen. No son del Estado. Provienen de la empresa privada. Pero no se sabe cómo gastarlos.

En este caso, se trata de un modelo de gestión mediante el cual el Estado entrega a los privados el aprovechamiento de los ríos Paucartambo y Huanchón para la producción y comercialización de electricidad. Es un contrato de usufructo que deja como beneficio para las comunidades impactadas un aporte general de 24 millones de dólares en los 30 años de concesión.

Para administrar ese Fondo Social se creó un comité de gestión que, según los dirigentes comunales, en siete meses ha pagado sueldos por 196 mil soles en asesorías para adquirir una ambulancia, una motocicleta y un programa de apoyo a la educación. Nada más.

Nuevamente el problema es la incapacidad de gestión para invertir los fondos.

En asamblea, los pobladores de Paucartambo decidieron que parte del Fondo Social se utilice para comprar fertilizantes; un insumo básico para la agricultura. Como nadie les hizo caso su protesta desbordó la paciencia y tomaron las instalaciones de la hidroeléctrica.

La respuesta del Estado fue enviar un grupo de policías a negociar. Cuando éstos fallaron acudieron el propio director de la Policía Nacional y el viceministro del Interior. En la práctica, resolvieron el conflicto, evitaron un baño de sangre, pero de nada les valió. El viceministro fue desaforado de su cargo y los dirigentes comuneros serán llevados a proceso acusados de secuestro.

No se puede cometer tantos errores en el manejo de las crisis sociales.

La protesta de Paucartambo revela que la interlocución entre gobernantes y gobernados está en crisis.

Los fondos de fideicomiso fueron creados para que las zonas más pobres se beneficiaran del usufructo de las riquezas naturales asentadas en sus territorios: minerales, hidrocarburos o fuentes de energía renovables.

Era una forma de demostrar que el capital privado, la riqueza, genera desarrollo tangible, inmediato, en la zona de impacto ambiental del recurso. Era al mismo tiempo una fórmula para disminuir el recelo de las comunidades ante la llegada de inversionistas.

La protesta de los comuneros de Paucartambo es válida. Ellos reclaman que se compre fertilizantes para producir alimentos, pastos para su ganado. Y no quieren que el dinero sea administrado por el Banco Agrario porque saben que además de los intereses que les cobren, al final, el fondo se lo comerá la burocracia estatal.

Los policías no deben negociar. Correcto. Pero nadie dice que este gobierno eliminó los canales de interlocución existentes como el CND y el INDEPA que tenían asiento en el Consejo de Ministros.

El fondo del fideicomiso debe invertirse en proyectos productivos, pero también en insumos –como el fertilizante que se reclama– que permita que la gente siga viviendo y siga creyendo que la inversión en sus tierras les trae un beneficio concreto.

Para los comuneros de Paucartambo la idea de cornucopia no arroja monedas, sino frutos de la tierra.

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