La inversión de 4,200 millones de dólares en el Proyecto Cuprífero de Las Bambas, Apurímac, sin mayor resistencia de la población, ni conflictos sociales, es producto del aprendizaje del Estado.
De un Estado que logró diseñar entre el 2003 y 2004 un modelo de inversión en el que se previó un Fondo de inversión social, en pleno proceso de exploración, en el que participaron las autoridades locales, regionales y la población.
Fueron negociaciones intensas, difíciles, de idas y venidas, las que se desarrollaron por entonces. Había una enorme resistencia en la población para aceptar la inversión extranjera.
Y no fue una estrategia de comunicación la que cambió la perspectiva de la población. O, mejor dicho, no sólo fue la intensa campaña de comunicación que incansablemente se desplegó en la zona de influencia, sino algo más concreto y necesario: la creación de un Fideicomiso.
Un fondo de 45 millones de dólares que permitió realizar obras de infraestructura, carreteras, colegios, postas médicas. Se creó un proyecto de piscicultura, se invirtió en mejora de pastos y forraje para animales; se invirtió en capacitación técnica para los jóvenes.
El efecto originó un proceso de retorno voluntario de la gente al terruño; una migración al revés. Las Bambas se percibe ahora como una oportunidad de trabajo, de mejora social, de desarrollo.
Los yacimientos de Las Bambas se descubrieron en 1911 y sólo se pudo lograr un acuerdo concreto de explotación ochenta años después, cuando aprendimos la lección.
Lo interesante es que las Bambas está a 260 kilómetros del Cuzco, en la región Apurímac, provincia de Cotabambas, pero no ha sido influenciada por el rechazo que en la capital imperial ha despertado la explotación del Gas de Camisea.
Las reservas probadas se estiman en 40.5 millones de toneladas con leyes mayores a 2%de cobre y un potencial de exploración superior a 400 millones de toneladas.
Las Bambas es más grande que Antamina. Pero no sólo por la inversión y la riqueza que generará; sino por la capacidad de su gente de exigir con firmeza inversión de impacto directo en sus comunidades. Por la forma en que entendió que el desarrollo no puede ser sólo para el gran capital.
La minería no puede ser nunca más riqueza para unos pocos y pobreza para el resto comuneros. El Fideicomiso, producto de largas sesiones entre el Estado y la sociedad apurimeña, por eso, es un producto a replicar, un modelo de cogestión de la inversión y una demostración que las poblaciones andinas merecen ser tratadas como contraparte en todos sus aspectos.
03 septiembre, 2010
La lección de Las Bambas
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2 comentarios:
Señor Chávez:
1. El árbol no nos puede tapar la visión del bosque. Las inversiones mineras se vienen dando en el Perú desde el año 1535, fecha en que los conquistadores españoles decidieron extraer todo el oro y la plata posibles con la finalidad de exportarlo tal como está al extranjero… lo mismo que hacemos luego de 500 años de existencia.
2. ¿A qué nos ha llevado todo esto? Más de cinco siglos después, el Perú sigue siendo uno de los países más pobres del mundo (a pesar de lo que diga la triunfalista prensa actual) pues persiste en la práctica de la misma actividad de siempre: la minería de extracción primaria.
3. La pregunta (más allá de la noticia) es ¿por cuánto tiempo más seguiremos en la esta eterna y lamentable situación? Incluso hasta el propio diario El Comercio recoge últimamente expresiones de empresarios que reclaman que "no podemos ser toda la vida exportadores de materia prima". Entonces ¿por qué insistir?
4. Cualquiera que haya estudiado un poco de economía sabe que no hay desarrollo siendo colonia y exportando comodities; el desarrollo solo se da cuando se genera industria y la tecnología. Pero ¿por qué con este modelo neoliberal fujimorista, en vez de inaugurarse fábricas, éstas se cierran para reenfocar la economía a la exportación de minerales? ¿Por qué la educación actual es solo tomarle exámenes a los maestros estatales y no reenfocar la currícula hacia la ciencia?
5. No queda otra cosa que pensar que nuestro país sigue la senda de la comodidad de una clase dirigente que solo se limita a lo más simple: exportar lo que hay en el suelo, pues con eso gana dinero y es cabeza de ratón en una nación de 30 millones de sirvientes potenciales a sueldo de miseria. Solo repito exactamente lo que decía Basadre hace casi dos siglos.
6. Seguir con la cantaleta de engañar al pueblo haciéndole creer que "inversión minera" en un sinónimo de desarrollo es hacer que las cosas sigan como están sin que mejoren un ápice. Claro, como decía Jaime Cáceres, past president de la CONFIEP, “no pidamos cambio sino modernización”, cosa que es decir que, así como vamos, sin que nada se mueva, es mejor para los que estamos arriba (porque cualquier cambio es una potencialidad que algo perdamos).
7. Sin embargo confío en que algún día veremos al Perú no como un chacra particular para terratenientes mineros aliados a extranjeros sino como un verdadero país, donde los que vivimos aquí lo sintamos nuestro y por eso lo construyamos. Mas no como lo están haciendo ahora las "constructoras", las cuales resultaba que no pagaban impuestos a la SUNAT, según El Comercio del sábado 4 de setiembre (¿así es el "desarrollo y creciemiento" del que tanto se habla?).
Muchas gracias.
Cuando las cosas se quieren hacer bien, se hacen bien, como en las Bambas, pero cuando se quiere ignorar los derechos de otros, eso trae como consecuencia conflictos y muerte como en Bagua.
Yo no creo que el Perú sea un pais minero y si es asi, no deberia serlo, por que con 20 años de modelo debemos pasar a otra etapa, la de producción de conocimiento y tecnología, pero eso se hace con una buena educación, algo que en este gobierno aprista poco o nada se ha logrado.
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