24 noviembre, 2010

Corrupción S.A.

El índice de corrupción de un país no siempre es consustancial al grado o nivel de democracia. Es decir, puede existir un régimen democrático que sea igual o más corrupto que una dictadura. El caso del renunciante ministro del Interior, Fernando Barrios, lo demuestra.

Ser pillado in fraganti cobrando más de 190 mil soles por liquidación y “despido arbitrario”, fabricado legalmente, revela algo más que un rasgo de viveza criolla. Es un acto de conducta rapaz.

Ese sólo ejemplo, más allá de que el dinero se haya devuelto al fisco y que el ministro se haya ido a su casa, basta para entender el poder letal que tiene la corrupción sobre el sistema político.

La corrupción horada el sistema democrático. Lo perfora en su nivel más sensible: la confianza ciudadana en la democracia y en sus autoridades.

De manera que nadie debiera sorprenderse por las encuestas que ubican al Perú como el país con el mayor grado de percepción ciudadana en materia de corrupción pública y privada. Y al mismo tiempo, el país en el que menos confianza se tiene en la democracia.

La conclusión es que a mayor corrupción tenemos menos democracia, lo que implica al mismo tiempo que las puertas hacia soluciones autoritarias empiezan a abrirse.

Es una pesada herencia la que este segundo gobierno del Presidente Alan García nos deja. Un lastre moral que refuerza la sensación de que los grupos políticos se preparan para asaltar el poder y desvalijar las arcas públicas. No todos, felizmente. Pero la efervescencia rufianesca es tan grande que cada vez menos diferenciarán entre una organización y otra.

Este es un gobierno esencialmente corrupto. Lo comentan en los círculos más altos e informados, lo intuyen en los sectores medios y bajos; y lo constatamos ahora en todas las escalas sociales, con denuncias como la que comentamos ventiladas por la prensa.

El sistema político en general pierde con este tipo de acciones. La democracia, los partidos y las instituciones en general, también. ¿Hay esperanza? Siempre la hay. Siempre. Pero hasta cuándo.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Cuánta razón tenía Manuel Gonzales Prada cuando dijo sobre a finales del siglo XIX "En el Perú, donde se ponga el dedo, salta la pus". Felicitacines por el blog.

Anónimo dijo...

Esta pesada herencia que Ud dice nos deja el actual Gobernante,deberia ser llamada como Solapear al Sistema,un Mandatario que encubre La Corrupcion como lo llamarian Corrupto y sin miedo a la cachetada o al puntapie presidencial,hoy dijo que la culpa es de la Contralotia este mentirozo es quien permitio que el Congreso,el Banco Central de la Reserva,Los Institutos Militares esten EXCLUIDOS de la aplicacion del Sistema Nacional de Control en otras palabras La Contraloria no tiene ambito de Intervencion.Jose Zegarra Caballero.