11 diciembre, 2016

Compartir o partir el poder

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Confirmada la posición del gobierno de NO presentar la Cuestión de Confianza en la censura al ministro de Educación Jaime Saavedra, solo quedan dos caminos viables para resolver esta crisis.

1) El gobierno le pide la renuncia al ministro y evita el tránsito bochornoso de que el Congreso lo censure. 

2) El gobierno deja que el Congreso lo censure y que asuma ante la opinión pública la consecuencia política de esta acción.

Todo indica que el gobierno seguirá esta segunda opción y deberá buscar un reemplazo. El ministro será censurado por el Congreso. La consecuencia inmediata será que el Ejecutivo quedará debilitado. Pero puede que logre su cometido de cargarle al fujimorismo el costo político de su decisión.

La frase del presidente Kuczynski en Arequipa "No quiero confrontación (con el Congreso), pero tampoco quiero que me chanquen", suena más a un pedido de un cuarto intermedio, un toque de campana que lo salve, antes que una advertencia en señal de poder.

Por otro lado, la propuesta de reunir a Keiko y Pedro Pablo para acordar un pacto sobre reformas puntuales o sobre políticas públicas o incluso acordar una especie de cogobierno –siendo teóricamente posible y políticamente deseable por el establishment–, ha sido desairada por el vocero de Fuerza Popular, el congresista Galarreta.

El fujimorismo no quiere un acuerdo en las alturas. Tampoco quiere compartir el poder. Reclama el poder que considera suyo a través de la fuerza mayoritaria de los votos que tiene en el Congreso.

Este es el nudo gordiano de la relación Ejecutivo-Legislativo.

Ampliar la base del gobierno, construir una alianza que reequilibre las fuerzas políticas, es un imperativo para el gobierno. El otro camino es pactar. Pero esto requiere la voluntad de dos. 

La gobernabilidad pasa por un equilibrio de poderes. El otro factor es la opinión pública. Sumar fuerzas y ganar la calle ayudará a emparejar la balanza. Dejar que el Congreso desequilibre las decisiones de gobierno es un juego peligroso. 

Pueden ir por más. Y eso no sería compartir el poder, sino partirlo. Estamos todos avisados.

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