La censura al ministro de
Educación, aprobada por el voto contundente de 78 congresistas, deja en situación de debilidad al gobierno de
Pedro Pablo Kuczynski.
El resultado inmediato de la
caída de Saavedra ha sido casi obligar al Presidente a sentarse a dialogar –de igual a igual–, con la lideresa
de oposición.
Aun cuando hay quienes creen
que esto revela una vocación democrática del jefe del Estado, que sin duda lo
es, quien gana con esa foto es Keiko Fujimori.
Con esta movida, promovida por
la Iglesia, la lideresa de Fuerza Popular pasa de la oscura trastienda donde se
encontraba desde su derrota electoral, al primer escenario del poder.
En el pulseo entre Ejecutivo y
Legislativo, ha ganado el Congreso. Que sea una victoria pírrica dependerá de
la reacción que tenga el Ejecutivo. Sobre todo, en el nombramiento del
reemplazo de Saavedra.
Si Kuczynski acepta coordinar con
su principal opositor, el relevo en el Ministerio de Educación, habrá profundizado
su debilidad y dependencia.
Esperar luz verde de una
fuerza política contraria para tu equipo ministerial sería reconocer, ipso facto, la capacidad de veto de tu opositor. Y una invitación candorosa a ir por más. Es lo que pasaría con el
nombramiento de cualquier tecnócrata, sin convicción ni firmeza política.
Si, en cambio, el gobierno
decide nombrar a alguien identificado con la reforma educativa, ducho en los avatares políticos y pechador –como
Daniel Mora, por ejemplo–, el mensaje sería otro: quien gobierna soy yo.
A no ser que se proponga un
co-gobierno.
En ese caso, sí, se convoca al mayor oponente, se hace una matriz de coincidencias a partir los planes
de gobierno –agenda mínima de consenso, se puede llamar–, se abre el espacio a
otras fuerzas políticas para no dar la impresión absoluta de que se ha pactado, y se reconfigura el gobierno.
No es nada descabellado en
política. Puede ser un mecanismo de sobrevivencia. Bien sabemos que el objetivo
de la política no solo es ganar o acceder al poder, sino mantenerse.
El problema sería explicarle a
tu electorado las razones de ese cambio. Pero, para entonces, tendrías el
respaldo del otro sector con el que pactas. ¿Te gusta? ¿No te gusta? Entonces,
prepárate para la guerra que en política es lo mismo que prepárate para gobernar.
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