16 diciembre, 2016

¿Co-Gobierno?



La censura al ministro de Educación, aprobada por el voto contundente de 78 congresistas,  deja en situación de debilidad al gobierno de Pedro Pablo Kuczynski. 

El resultado inmediato de la caída de Saavedra ha sido casi obligar al Presidente a sentarse a  dialogar ­–de igual a igual–, con la lideresa de oposición. 

Aun cuando hay quienes creen que esto revela una vocación democrática del jefe del Estado, que sin duda lo es, quien gana con esa foto es Keiko Fujimori.

Con esta movida, promovida por la Iglesia, la lideresa de Fuerza Popular pasa de la oscura trastienda donde se encontraba desde su derrota electoral, al primer escenario del poder.

En el pulseo entre Ejecutivo y Legislativo, ha ganado el Congreso. Que sea una victoria pírrica dependerá de la reacción que tenga el Ejecutivo. Sobre todo, en el nombramiento del reemplazo de Saavedra.

Si Kuczynski acepta coordinar con su principal opositor, el relevo en el Ministerio de Educación, habrá profundizado su debilidad y dependencia.

Esperar luz verde de una fuerza política contraria para tu equipo ministerial sería reconocer, ipso facto, la capacidad de veto de tu opositor. Y una invitación candorosa a ir por más. Es lo que pasaría con el nombramiento de cualquier tecnócrata, sin convicción ni firmeza política.

Si, en cambio, el gobierno decide nombrar a alguien identificado con la reforma educativa,  ducho en los avatares políticos y pechador ­–como Daniel Mora, por ejemplo–, el mensaje sería otro: quien gobierna soy yo.

A no ser que se proponga un co-gobierno.

En ese caso, sí, se convoca al mayor oponente, se hace una matriz de coincidencias a partir los planes de gobierno ­–agenda mínima de consenso, se puede llamar–, se abre el espacio a otras fuerzas políticas para no dar la impresión absoluta de que se ha  pactado, y se reconfigura el gobierno.

No es nada descabellado en política. Puede ser un mecanismo de sobrevivencia. Bien sabemos que el objetivo de la política no solo es ganar o acceder al poder, sino mantenerse.

El problema sería explicarle a tu electorado las razones de ese cambio. Pero, para entonces, tendrías el respaldo del otro sector con el que pactas. ¿Te gusta? ¿No te gusta? Entonces, prepárate para la guerra que en política es lo mismo que prepárate para gobernar.

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