El Presidente Pedro Pablo Kuczynski acaba de decir que tras
el diálogo con Keiko Fumijori ha dado vuelta a la página, dando a entender que
la relación con el fujimorismo será de ahora en adelante menos tensa y
obstrucionista.
¿Hay verdaderamente una vuelta de página? ¿Será ahora el fujimorismo
menos beligerante? ¿Volteamos la página realmente o solo para abrir otra que
tiene en su primera línea la liberación de Alberto Fujimori?
El diálogo -un año tarde-, puede, en efecto, apaciguar en
algo las pasiones. El teléfono directo ayudará en ese mismo sentido. Pero lo
que no ha cambiado son las fuerzas telúricas que se desatan cada vez que
aparece el tema del indulto a Alberto Fujimori.
Las posiciones se dividen, las pasiones se encienden. No hay
forma que el Ejecutivo resuelva este problema sin partir al país en dos y sin
perder la base social que lo llevó al poder.
Se lo acaba de recordar el escritor Mario Vargas Llosa.
Liberar a Fujimori sería no solo una ilegalidad, sino también una traición
"a los electores que lo llevamos al poder y a las familias de las víctimas
de los asesinatos y desapariciones, a quienes prometió firmememente que no
liberaría al ex dictador".
¿Liberar a Fujimori le dará la tranquilidad política que requiere
el Presidente para gobernar?
No lo creo. Por un tiempo corto, muy corto, el Congreso puede
dejarlo que trabaje y ofrecerle garantías para aprobar iniciativas legislativas
y para dejar de petardear ministros. Pero nada más.
La razón para no hacerlo es que ser oposición es un buen
negocio para el 2021. Al fujimorismo le conviene proyectar la imagen que colabora
con el gobierno, pero que, a pesar de ese apoyo, éste se hunde por incompetente
o lobysta.
Con Fujimori libre, se fortalecerá la precepción equivocada que los peruanos elegimos un gobierno con dos representantes: uno puesto en Palacio para que dirija el Ejecutivo y otro en la Plaza
Bolívar para dirigir el Legislativo.
Donde habrá problemas si finalmente el presidente Kuczynski
decide liberar a Fujimori es en las calles, los medios y las redes.
Aquí el presidente no encontrará tranquilidad. Al menos no en
las organizaciones de izquierda y colectivos sociales que son los más proclives
a organizar, dirigir y manifestar la protesta públicamente.
La oposición no desaparecerá. Se reconstruirá. Se desplazará
de escenario. Ganará las calles, los medios y las redes. El ruido politico no
bajará en intensidad. Puede que hasta
aumente de decibeles.
El presidente Kuzynski debe saber que si voltea la página con
el fujimorismo, se abrirá otra. Es la ley de la política. El camino al poder es
por acuerdo o confrontación. Si escoges uno, queda abierto el otro.
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