¿Puede la política marchar
separada la economía? O mejor aún: ¿puede la economía desenvolverse al margen de
la política? En teoría, quizás. En la realidad, no. La economía requiere un
marco político para desarrollarse.
No hay inversión posible
que se tome al margen de las consideraciones políticas. Nos guste o no, las reglas de juego
económicas pasan por decisiones políticas.
Si lo que se quiere
inferir con el concepto de "cuerdas separadas" es que la economía sigue funcionando al
margen de las crisis políticas, esto es correcto. Puede seguir funcionando, como un cuerpo a un respirador artificial.
Lo que debemos separar no es la política de la economía por temor a que la primera
paralice a la segunda. Lo que en verdad debemos separar es lo público de lo privado, para evitar que ambas se entrecrucen y perviertan.
El único espacio en el que lo público se encuentra con lo privado es la zona de intersección gris de la
corrupción. Y esto sí causa un severo daño, tanto a la política como a la
economía.
La corrupción se reproduce cuando no se diferencia lo público de lo privado, es decir, lo propio de lo ajeno.
Separar lo público de lo
privado es fundamental para generar un cambio de mentalidad.
El lápiz que compré con mi
salario es mi patrimonio privado. El lápiz de mi oficina en la municipalidad es
patrimonio público. No puedo confundir uno con el otro.
El vehículo asignado por
una entidad estatal es un bien público. No lo puedo usar para ir a la playa un
fin de semana.
El sueldo que me pagan
como empleado público es mi patrimonio privado. La caja chica de mi oficina no.
El presupuesto de la obra, menos.
Separar lo privado de lo
público demanda desarrollar institucionalidad, ese conjunto de ideas, creencias
y valores que nos identifica como individuos y como sociedad.
La institucionalidad se
desarrolla en la familia, la escuela, el barrio y el trabajo; espacios
colectivos donde nos formamos como individuos.
Desarrollar valores
institucionales permite que en economía nos alejemos del mercantilismo y su
fuente nodriza, la corrupción. Y en política, del abuso de poder y más corrupción.
En síntesis, el dilema no
es si política y economía van juntas o separadas. El desarrollo de una sociedad
requiere que sus integrantes tengan claro, clarísimo, que lo público y lo
privado deben ir siempre separados.
No es un problema de cuerdas separadas, sino de cuerdas por separar.
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