Por más antropofágica que sea nuestra
política, el presidente de la República no puede sostener por sí solo el cambio del humor
popular que revelan las encuestas. Requiere de un equipo que lo acompañe y que
lo ayude no solo a defender la agenda política, sino a construir y consolidar
la agenda sectorial –una propia–, que es la que definirá lo acertado o no de su
gestión de gobierno.
Por ahora las cifras indican que el
trabajo para incorporar esta nueva agenda de trabajo será ardua, pues, mientras
el presidente Vizcarra sube su popularidad de 35% en julio a 46% en agosto, su
premier se ha quedado pasmado en ese mismo periodo en 19%.
El gobierno en general tiene 29% lo mismo que su ministro más exitoso –el de
Educación–, tiene 29%, en tanto que la ministra de Salud suma 24% y los de Economía
e Interior apenas llegan a 19%.
Mientras el presidente siga con su
discurso anticorrupción y a favor de las reformas políticas y judicial, la
opinión pública lo seguirá favoreciendo. Pero, conforme pase el tiempo y el debate
político sobre las reformas y el referéndum se dilate y/o agote, la gente
empezará a reclamar gestión y resultados.
Obras son amores y no buenas razones. En
este campo, son los ministros los que tienen que salir a la cancha y generar
impactos. No todo es comunicación. Primero es gestión. Haces y comunicas. No al
revés.
Además de voceros, el gabinete necesita
gestores. Planificadores y ejecutores de planes. Viajar es solo la primera
parte de la tarea de hacer sentir que el gobierno trabaja. El ministro de
Vivienda, el de Transporte, Comercio Exterior, Producción, Agricultura y
Minería, tienen que estar
permanentemente en medios mostrando avances de obra.
Ya es hora, por ejemplo, de hacer un balance
en serio de las obras de reconstrucción por el fenómeno de El Niño. ¿Cuánto se
ha avanzado? ¿Qué proyectos están en marcha? ¿Cuándo se entregarán?
Si la agenda política es letra, la
agenda sectorial es número. Los ministros de los sectores comprometidos en la reconstrucción podrían
prepararle al presidente de la República un listado de estas obras con un
cronograma claro de inversión y avance y ejecución.
El reto es pasar de la palabra a la
acción, de la tribuna a la cancha o, si prefieren, del discurso al casco. Después
de todo, estamos ante un ingeniero.
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