19 agosto, 2018

La agenda sectorial



Por más antropofágica que sea nuestra política, el presidente de la República no puede sostener por sí solo el cambio del humor popular que revelan las encuestas. Requiere de un equipo que lo acompañe y que lo ayude no solo a defender la agenda política, sino a construir y consolidar la agenda sectorial –una propia–, que es la que definirá lo acertado o no de su gestión de gobierno.

Por ahora las cifras indican que el trabajo para incorporar esta nueva agenda de trabajo será ardua, pues, mientras el presidente Vizcarra sube su popularidad de 35% en julio a 46% en agosto, su premier se ha quedado pasmado en ese mismo periodo en 19%.

El gobierno en general tiene 29% lo mismo que su ministro más exitoso –el de Educación–, tiene 29%, en tanto que la ministra de Salud suma 24% y los de Economía e Interior apenas llegan a 19%.

Mientras el presidente siga con su discurso anticorrupción y a favor de las reformas políticas y judicial, la opinión pública lo seguirá favoreciendo. Pero, conforme pase el tiempo y el debate político sobre las reformas y el referéndum se dilate y/o agote, la gente empezará a reclamar gestión y resultados.

Obras son amores y no buenas razones. En este campo, son los ministros los que tienen que salir a la cancha y generar impactos. No todo es comunicación. Primero es gestión. Haces y comunicas. No al revés.

Además de voceros, el gabinete necesita gestores. Planificadores y ejecutores de planes. Viajar es solo la primera parte de la tarea de hacer sentir que el gobierno trabaja. El ministro de Vivienda, el de Transporte, Comercio Exterior, Producción, Agricultura y Minería, tienen que estar permanentemente en medios mostrando avances de obra.

Ya es hora, por ejemplo, de hacer un balance en serio de las obras de reconstrucción por el fenómeno de El Niño. ¿Cuánto se ha avanzado? ¿Qué proyectos están en marcha? ¿Cuándo se entregarán?

Si la agenda política es letra, la agenda sectorial es número. Los ministros de los sectores comprometidos en la reconstrucción podrían prepararle al presidente de la República un listado de estas obras con un cronograma claro de inversión y avance y ejecución.


El reto es pasar de la palabra a la acción, de la tribuna a la cancha o, si prefieren, del discurso al casco. Después de todo, estamos ante un ingeniero. 

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