17 abril, 2008

Se confirma tráfico político de alimentos

Grave denuncia la de Perú 21. El reparto de bolsas de alimentos en los barrios pobres de Lima habría sido parte de una estrategia diseñada por el Presidente García para recuperar su alicaída popularidad.

Para ello, el jefe del Estado se ha rodeado de un grupo de asesores de su más absoluta confianza quienes trabajan con él al margen de su estructura partidaria: Carlos Arana, Omar Quesada, Víctor López Orihuela y Javier Morán serían los coordinadores y ejecutores de esta estrategia y se habrían repartido el país en cuatro zonas: norte, sur, centro y oriente.

Lo grave no es que el Presidente decida trabajar al margen de su partido. Lo peligroso es que lo haga al margen del Estado. Utilizando los recursos del Estado a través de asesores sin responsabilidad administrativa o penal.

Pero, lo que es peor, es la concepción misma de uso político con el que se maneja el tema de la pobreza. Ya al empezar este gobierno, con el descabezamiento del INEI, se demostró el poco afecto que tiene el régimen por el seguimiento técnico a las políticas de monitoreo y superación de la pobreza.

Contra todo criterio técnico convocó a un nuevo censo nacional de población y vivienda y eliminó las encuestas nacionales de hogares, instrumento que permitía observar en perspectiva el avance en indicadores sociales.

Ahora, presenta con nocturnidad, un programa de reparto de bolsas de alimentos que sin criterio técnico –al decir de los propios apristas entrevistados por Peru 21- no resiste el más mínimo análisis. El objetivo mezquino y cruel no es sólo ayudar a los pobres con alimentos, sino mejorar el apoyo al presidente de las República.

Queda perfectamente clara la defensa de la frase “Presidencia de la República” en las bolsas entregadas. Y todavía resuena la frase del primer mandatario: “hay que fortalecer la institucionalidad presidencial”. Pamplinas. García usa la vieja fórmula de Fujimori: atrapar el favor popular por el estómago.

Es una vergüenza lo que se denuncia hoy en el diario. Triste papel el del ministro de Defensa, Antero Flores Aráoz, de enviar a nuestros soldados a volantear frejoles y atunes en los pueblos jóvenes de Lima. Ni siquiera el sueño de pretender ser el sucesor el 2011 con el apoyo del Apra, vale esa afrenta.

Ya casi han pasado dos años del gobierno aprista y la verdad que cada día sorprende ver la manera cómo se maneja el Estado: sin brújula y llevado de las narices por un hombre capaz de cualquier cosa con tal de no repetir el fracaso de su primera administración.



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