(Lisboa, Portugal) Confianza y cautela. Dos palabras que empiezan a escucharse de manera repetida en esta XIX Cumbre Iberoamericana que se desarrolla entre Lisboa y Estoril, ciudades costeras de la península ibérica, donde, hasta el siglo XIV, terminaba el mundo occidental.
Confianza, en que el ojo de la tormenta financiera internacional ya pasó. Y cautela, porque tomará su tiempo recuperarse de los estragos.
Las primeras señales de recuperación son alentadoras: los precios de los comoddities empiezan a subir, China crecerá 8.5% y el mercado de valores, lentamente, empieza, nuevamente, a tener fluidez.
El precio pagado por la angurria del mercado, sin embargo, ha sido enorme para iberoamérica y peor aún para latinoamérica: 9 millones de nuevos pobres deja la reciente crisis económica mundial y 5 millones de indigentes... sólo en nuestra región.
“A partir del cuarto trimestre del 2008 se observó un desplome del comercio internacional, relacionado con la caída pronunciada de los productos básicos y la menor demanda interna y externa”, señala un informe presentado por la Ccomisón Económica para América latina (CEPAL) y la Secretaría General Iberoamericana (SEGIB).
Las consecuencias las sentimos todos. Mayor desempleo, mayor pobreza, mayor atraso. Las remesas cayeron. Las enviadas desde España, 10.2%, y las enviadas desde Estados Unidos, 17.9%.
En suma, Iberoamérica ha soportado la crisis más profunda desde la Gran Depresión de 1929-
Pero al mismo tiempo, hemos aprendido. Una grata sorpresa, por ejemplo, ha sido el reconocimiento que han logrado los programas de transferencias condiconadas como medidas eficaces de lucha contra la pobreza.
Actualmente 17 países de América Latina vienen aplicando un modelo de transferencias económicas condicionadas; es decir, dinero a los más pobres. En el Perú es “Juntos”. La inversión social en promedio en cada país de la región es de 100 millones de dólares.
El el plano macroeconómico muchos países de la región también hicieron su tarea. Sobre todo tuvieron un manejo preventivo de la economía en época de bonanza. Es decir, no dilapidaron sus reservas, controlaron la inflación y aumentaron el gasto social.
No es el caso del Perú, por cierto, donde en un exceso de entusiasmo se llegó a decir que seríamos inmunes a la crisis.
Ni inmunes. Ni nada. La crisis nos ha golpeado. Y este año creceremos ojalá entre 1% y 1.5%. Un bajón de casi 9 puntos porcentuales respecto al año anterior. Una caída tan fuerte como la de México.
A nivel regional se espera una caída de 1.9% este año. Un fuerte descenso en el crecimiento de América del Sur (0,1%), estancamiento en América Central (0%) y una lenta y heterogénea recuperación para el 2010.
Como se ve, confianza existe. Cautela, también.
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