La democracia en la base es una pugna encarnizada de actores por el poder. Más que un sistema de mayorías y minorías –esto recién se expresa vía las elecciones en la composición y constitución de los órganos de poder–, en su origen, el sistema está manchado de fariseísmo, triquiñuelas, tinterilladas, guerra sucia, toma y daca, compra de conciencias, venta de puestos y corrupción en general.
No todos, por supuesto, porque siempre hay postores, candidatos, grupos de opinión y trabajo, que participan de buena fe, respetando las reglas y aspirando a que otros lo hagan. Pero es la minoría. La gran mayoría recurre a mecanismos oscuros, a conversaciones en la trastienda, nepotismo, presiones y chantaje, buscando meterse por la ventana o usando una pata de cabra.
En su primer círculo de formación la democracia partidaria está tiznada de lumpenismo.
Es lo que hemos visto en todos los partidos que acaban de terminar de elegir a sus candidatos para las elecciones municipales y regionales. En las fechas de cierre de inscripciones ha habido, broncas callejeras, asalto a locales partidarios, patada y comba, balazos y hasta secuestro a líderes históricos.
Por lo que la democracia en su inicio es principalmente uso de la fuerza. El más fuerte impone su decisión, copa los órganos partidarios y maneja el partido a su antojo, designando candidatos que luego son presentados a la ciudadanía para su elección universal.
La democracia entendida así es más maña y ñeque que voluntad de servicio. Es la ley del que puede, puede.
Estas prácticas oscuras, muchas veces al margen de la ley, alejan a ciudadanos que real y honestamente quieren comprometerse en la gestión de su comunidad; formándose así un círculo vicioso de cargos públicos copados por gente contaminada por el vicio procesal, los favores pagados y la corrupción.
Luego, el día de las elecciones, los partidos nos proponen a esos candidatos para que los ciudadanos con nuestro voto los pasemos por la pila baustimal del poder conferido; un baño lustral de poder legítimamente constituido, pero cuyo nervio central –el hombre mismo– está podrido, dañado de manera irremediable.
Y a una elección truculenta le sigue una gestión también truculenta, llena de corruptelas y sinvergüenzadas. Eso es lo que llamo la democracia farsante; infectada de virus humanos de la corrupción.
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1 comentario:
Por que se pica expresso por un articulo que va dirigido a toda la clase politica en general y no un partido en particular????, pobre gente de expresso, son victimas de sus propios complejos.
Muy buen articulo, muy bien redactado, lo mas inteligente para el fujimorismo seria atacar el mensaje con argumentos y no al mensajero con mentiras.
Pero todos sabemos que la inteligencia es lo que lamentablemente menos predomina en las huestes naranjas.
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