Las
nuevas tecnologías generan cambios no solo en el campo científico, sino en
nuestra vida diaria. Muchas veces, estos cambios irrumpen en la sociedad sin
regulación, generando un cierto caos por el choque de derechos.
Y es
que el derecho camina a la zaga de la innovación. Y es natural que así sea. No
se puede legislar lo que no existe.
Sucede
ahora con la incursión de Uber, un negocio electrónico por Aplicación del
servicio de taxi. Y ocurre también con Pokemón Go, el popular juego de Realidad
Virtual Aumentada, cuya práctica se ha visto regulada por un alcalde distrital.
Para
nuestro estándar de taxis informales, descuidados y hasta peligrosos, Uber es,
en efecto, un mejor sistema de transporte privado de pasajeros. Su problema no
es de precio, unidades o calidad de servicio. Su dificultad es que los
vehículos que ofrecen este servicio no cuentan con la autorización municipal y
demás requisitos que demanda la ley. Y eso se llama competencia desleal.
En
el caso del juego de Pokémon Go, la Municipalidad de La Punta, en el Callao, reguló
a través de una ordenanza los horarios y lugares específicos donde se puede activar
este juego. Para quienes violen la ley, se establece una multa de 395 soles e incluso la retención del teléfono
celular.
La
pregunta es: ¿puede cualquier persona esgrimir su derecho al libre tránsito,
perjudicando el derecho a la tranquilidad de los vecinos en su propiedad? No.
No hay derecho absoluto. El derecho de uno termina cuando se vulnera el del
otro. La autoridad debe regular este derecho pensando en el bienestar general.
El decomiso del teléfono sí parece un exceso.
Las
nuevas tecnologías, siempre que no estén orientadas a la guerra, son por lo
general, para mejorar u optimizar la calidad de vida de la gente. Pero, como
hemos visto en estos dos ejemplos recientes, sus implicancias en la vida diaria
pueden traer dificultades impensadas.
En
el mundo desarrollado se realizan intensos debates sobre el número de desempleo
que generará la robotización o automatización completa de los procesos de
producción en las grandes fábricas.
La
tecnología a lo largo de la historia ha tenido un impacto positivo o negativo
en nuestra sociedad, pero no se puede negar su proceso indetenible, ni su
evolución inherente al desarrollo humano.
Estamos
en la era del conocimiento. La microelectrónica, la biotecnología, la tecnología
química, la investigación genética, la nanotecnología, la robótica, son parte
de nuestras vidas y cambiarán nuestra forma de ver y entender el mundo.
La
realidad aumentada cambiará la industria del entretenimiento y ojalá
también el de la cultura y nuestra forma de aprender. El cibersexo será la
evolución tecnológica de la pornografía y al mismo tiempo, la expresión de
nuestra más terrible orfandad y desintegración como seres sociales.
Ahora
mismo, en Sillicon Valley, se prueba el primer vehículo conducido sin chofer, manejado
completamente por una computadora. Su ingreso al mercado es solo cuestión de
tiempo. Cuando eso ocurra, desaparecerán los taxistas, incluidos los ahora
modernos de Uber. Entonces, habremos ingresado a un nuevo estado evolutivo: la
tecno sociedad.
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