19 septiembre, 2020

Crisis de confianza


La crisis de confianza se nota en todos lados. Se abre a nuestros pies.

En las instituciones que nos representan, en la que nos gobiernan y hasta en las relaciones interpersonales. 

¿Qué representan, sino, los audios grabados al presidente de la República por personas de su círculo más íntimo? 

¿Qué las sospechas desde el poder de una conspiración en curso? 

¿Y qué del brulote armado por el ministro de Energía y Minas ante descabelladas elucubraciones de dos colaboradores de su propio entorno?

Nadie cree en nada ni en nadie. 

¿Qué de las recetas y recomendaciones que pululan en las redes para acabar con el covid-19? ¿Ivermectina, hidroxicloroquina, anticoagulantes? 

¿Y qué de los médicos que las defienden y de supuestos estudios que demuestran su eficacia, pero que nadie ha leído ni visto?

Todos sospechan de todos. 

Creen que los medios nos lavan el cerebro, que la escuela solo sirve para reproducir el statu quo, que la religión nos vuelve borregos, que los políticos nos mienten, y que todos, absolutamente todos, roban.

Sobre los partidos y el Congreso, que nadie se asombre. Son los menos queridos y respetados en en mundo.

La confianza en los partidos (21.2) y en el Congreso (20.9) en el Perú, antes de la pandemia, ya estaba en su nivel más profundo de desconfianza ciudadana, según El Barómetro de las Américas. De ahí el apoyo que tuvo su cierre en setiembre del 2019. Y la expectativa que generó la actual representación.

En confianza interpersonal tampoco estamos bien. 

El año pasado solo el 11% de los encuestados describió a las personas de su comunidad como muy confiables. Esto no ha cambiado mucho entre el 2006 y 2019. A diferencia de Canadá donde el 85.4% piensa que sus vecinos son muy confiables.

Otra herramienta de medición, El Latinobarómetro del 2018 ya decía que somos la región más desconfiada del planeta y que por segundo año consecutivo teníamos el récord mínimo histórico de confianza interpersonal. 

Colombia, Uruguay y Guatemala, con 20% cada uno, encabezaron la tabla. En el fondo: Perú (11%) Costa Rica (10%) Venezuela (8%) y Brasil (4%).

La confianza en las instituciones representativas otorgaba al Perú el índice más bajo. 

El nivel de confianza los peruanos en su Congreso llegó a 8%, la última posición de la tabla; en Uruguay fue el 33%. 

Y si hablamos de los partidos políticos en América Latina, en promedio, alcanzaron 13%, once puntos porcentuales menos de lo que tuvieron el 2013. 

En el Perú el nivel de confianza en los partidos fue 7%.

Es una crisis generalizada de confianza lo que tenemos. Y de valores. Hay impotencia, frustración, y también algo de cinismo para dejar que las cosas sigan como están.

Al descender los niveles de confianza se erosiona el sistema democrático. Se pierde legitimidad de origen. Y se la substituye por la legitimidad de hecho. 

No hay integración social. Y cuando eso sucede, el terreno es fértil para los demagogos y aventureros. Ojalá despertemos a tiempo los peruanos.

 



 

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