19 diciembre, 2008

Murió Garganta Profunda el vengador anónimo


Se apagó Garganta Profunda. A los 95 murió el hombre que luchó consigo mismo y que derribó del poder a Richard Nixon en 1974. Muchos vieron en él a un patriota, pero, la verdad, que fue un acto de venganza. Nixon no lo ascendió a Número 1 del FBI y Mark Felt, Garganta Profunda, decidió cobrarle la afrenta.

Felt se convirtió en la mítica fuente de los reporteros del The Washington Post, Bob Woodward y Carl Bernstein, en el caso Watergate.

Desde las profundidades del anonimato, utilizando sofisticados mecanismos de entrega de información y reuniéndose en zótanos, Garganta Profunda fue mostrando a los reporteros las acciones vedadas que a veces cometen los hombres que dirigen el Estado.

Acciones antiéticas, como el espionaje y la intervención telefónica del opositor político. Acciones que llegan incluso a disponer de la vida humana. La política en ese caso es entendida como lucha por el poder, una confrontación terminal que busca el sometimiento o la liquidación.

Watergate fue el complejo hotelero de Washington, centro de operaciones del Partido Demócrata en 1972. El presidente en ejercicio –del Partido Republicano- ordenó intervenir sus instalaciones buscando obtener ventaja de sus competidores en las próximas elecciones generales.

Sin escrúpulos que valgan, Nixon envió agentes a asaltar las oficinas del partido Demócrata. Felt, involucrado también en el caso, encontró en este acto la manera de vengarse de quien consideró le arrebató su derecho a ocupar el más alto cargo en su profesión y denunció el caso a los periodistas Bob Woodward y Carl Bernstein. El escándalo terminó con la presidencia de Nixon.

Garganta Profunda murió a los 95 años, y se llevó todos los secretos a la tumba. Evidentemente sabía mucho más que el Caso Watergate. Su revelación permitió confirmar la forma perversa, oscura, que toma la política en ciertos niveles.

Garganta Profunda no murió consciente; padecía un tipo de demencia, desde hace unos años. Quizás fue mejor así. Los secretos de Estado podrían hacer palidecer al Libro del Apocalipsis.



1 comentario:

Anónimo dijo...

Es cierto, Los ho,bres que gobiernan el Estado son capaces de las peores atrocidades.

Espionaje e interceptaciones telefónicas (Fujimori, Montesinos)

Asesinatos extrajudiciales (Alan García en el Frontón; Alan García en el asesinato al ecuatoriano Duchicela; Fujimori en el rescate de rehenes del MRTA, Barrios Altos, La Cantuta, etc. ).

Los hombres en el poder son capaces de cualquier cosa.