14 enero, 2009

Control de daños y orejas calientes

El presidente García decidió sacar el sable y cortó ayer la cabeza del contralmirante Elías Ponce Feijoo, al degradarlo mediante resolución suprema.

Se removió también al jefe de Contrainteligencia de la Marina, capitán de navío AP Rogelio Fernández del Castillo –dos de cuyos agentes operativos trabajaban para Ponce Feijoo-, y se anuncia que en las próximas horas sería relevado al mismísimo director de inteligencia de la Marina, contralmirante AP Pedro García Llaque.

Es una reacción samurai. De un plumazo ha descabezado el nervio central de la inteligencia peruana asentada en la Marina de Guerra del Perú, la unidad de inteligencia mejor preparada del país. Ha pasado del teléfono intervenido al teléfono roto.

García ha seguido las instrucciones de Sun Tzu: severidad en los castigos para asegurar la disciplina, el control y el liderazgo. Inspira temor y te respetarán.

Ha desarticulado a un grupo de poder que no sólo espió a operadores de negocios cercanos como Rómulo León en el tema de los Petroaudios.

Ponce Feijoo metió su nariz también en el nido del águila; mandó a chuponear a Alfredo Marcos, asesor político-comunicacional de García. ¿Por órdenes de quién?

El brazo operativo que permitió descabezar esta red público-privado entre elementos de inteligencia de La Marina y empresas privadas, ha sido un órgano policial, la DINANDRO.

El coronel Miguel Hidalgo, jefe de DINANDRO, es hombre del presidente de la República. Su labor ha sido reconocida por el jefe del Estado en declaración pública.

Los muchachos del general Hidalgo siguieron y grabaron a elementos de contrainteligencia de La Marina, durante meses.

La información que iban obteniendo fue manejada en estricto secreto.

Sólo otro hombre podía conocer este trabajo; el jefe de la Dirección Nacional de Inteligencia (DINI), coronel PNP Héctor Beltrán Lora, ex edecán del presidente García y también hombre de su entera confianza.

Por lo tanto, es muy probable que el Presidente García haya conocido ¿desde cuando? detalles de este operativo policial.

El 15 de diciembre de 2006 Ponce Feijoo fue ratificado en el grado de contralmirante en una resolución suprema firmada por el presidente García. Hoy, el Presidente García le retira el grado.

El amigo del primer vicepresidente ha caído en desgracia. No hay quien lo defienda. Su caída remece a la Marina de Guerra del Perú.

El propio vicepresidente tiene que efectuar su control de daños. Ya habló con el presidente y los ministros. Pero no ha podido impedir los cambios en su “arma” mater.

Es probable que su área de influencia con el presidente haya sufrido una merma. Ya no tendrá el mismo efecto en calentarle la oreja al jefe del Estado. A cambio, se ha fortalecido la del coronel Beltrán, quien seguramente tendrá las orejas calientes, muy calientes.

1 comentario:

Politikha dijo...

Marina de Guerra
Por Augusto Álvarez Rodrich
alvarezrodrich@larepublica.com.pe

Teorías de conspiración en la mar brava.

unque el espectro de especulación –ancho y ciertamente ajeno– va desde la hipótesis del ‘conspirador’ hasta la del ‘tonto útil’, lo cierto es que el vicealmirante Luis Giampietri es otro que –como Jorge del Castillo– sale políticamente muy magullado por el escándalo de los petroaudios.

El motivo no es otro que su cercanía al supuesto –pues aún lo están investigando– ‘gran jefe chuponeador’, el ahora ex contralmirante degradado a capitán de navío, Elías Ponce Feijóo, propietario de Business Track.

Nadie puede ser responsable de lo que hagan sus amigos y, además, no es de caballeros negarlos cuando estos se meten en problemas. Algo parecido dijo Giampietri en relación con Ponce, hace un par de días, en una entrevista de Expreso. Pero “la amistad tiene un límite”, advirtió el vicepresidente.

Surge la sospecha, sin embargo, de si aquí podría haber algo más que una linda amistad, si se tiene en cuenta que Giampietri intercedió por el ascenso de Ponce al rango de contralmirante apenas al inicio del gobierno de Alan García, además del resto de indicios precisados en los valiosos reportajes publicados en estos días, sobre el tema, en este diario.

Una señal de que el presidente García andaría fastidiado con su vicepresidente sería la degradación de Ponce decidida por él mismo anteayer, antes de que culmine la investigación del fiscal. Pero la suspicacia va mucho más allá, y apunta a la pregunta de, realmente, cuánto sabía Giampietri de los petroaudios antes de su revelación en la prensa.

No es fácil aceptar la tesis de que Giampietri estaba en la luna de Paita, pues los nombres de Ponce, del capitán de navío Carlos Tomasio, y de varios otros oficiales y ex oficiales de la Marina de Guerra, ya habían sido mencionados en la prensa, hace tiempo, en vinculación con el oficio chuponeador.

Si Ponce le contó –o no– a Giampietri lo que estaba encontrando en los petroaudios queda a la especulación de cada uno. Pero en Palacio de Gobierno pareciera que están tomando decisiones pensando en lo peor. Que un chuponeado fuera el dibujante Alfredo Marcos, amigo muy cercano del Presidente, da que pensar si no era la voz de este la que querían captar.

Quizá por eso es muy curioso que, justo cuando se refuerza la hipótesis de una movida conspiradora desde el frente de Giampietri –incluso, hasta en la eventualidad de que aprovecharan su ‘ingenuidad’–, sus amigos se esfuercen por difundir la idea de que los periodistas que denunciaron los ‘petroaudios’ querían bajarse al gabinete ministerial y, tal vez, hasta el gobierno. ¿Al ladrón, al ladrón?