(Desde Washington) De a pocos, en slow motion, se empieza a ver el trabajo de Alejandro Toledo iniciado hace tres años de proponer una agenda social para la Democracia en América Latina. La columna de hoy de Juan Paredes Castro lo demuestra.
“Con una agenda social bajo el brazo, por ahora más académica que política, Alejandro Toledo va apartándose cada vez más del típico ex presidente latinoamericano”, afirma el editor político en El Comercio.
En efecto, la reciente presentación de la agenda social en Washington atrajo a personajes importantes de la política y academia de este país como el Sub Secretario de Estado para Asuntos Hemisféricos de Occidente, Ton Shannon, el funcionario político más importante de la administración Obama para América Latina.
Shannon regresaba de Honduras a donde fue enviado por la Secretaria de Estado, Hilary Clinton, para, de una vez por todas, forzar una salida a la crisis política que quebró el orden constitucional en el país centroamericano.
En una reunión privada, Toledo expuso le agenda social como lo haría también con el senador Christopher Dodd, y los congresistas Charles Rangel, y Gregory Meeks, verdaderos aliados del Perú en la obtención del Tratado de Libre Comercio con los Estados Unidos.
Toledo se reunió luego con los embajadores de América Latina acreditados aquí ante la Casa Blanca y con académicos que siguen el proceso latinoamericano como Francis Fukuyama, recientemente nombrado profesor de por vida de Stanford University; Michael Shifter, presidente de Diálogo Interamericano; Kenneth Wollack, presidente del National Democratic Institute; Carl Gershman, presidente del National Endowment for Democracy; Luis Alberto Moreno, presidente del Banco Interamericano de Desarrollo; Marcelo Giugale, director regional del Banco Mundial.
La tesis central de la agenda social es algo que Toledo viene sosteniendo desde su gobierno: la democracia debe encontrar mecanismos, desde la democracia, para entregar resultados directos a los pobres; de lo contrario, lo pobres rechazarán la democracia y buscarán salidas populistas.
Shannon comentó que desde punto de vista la agenda social no debería ser sólo para América Latina, sino “para las Américas”, entendiéndola como una propuesta no ideológica, sino pragmática sobre los límites del sistema para encontrar una respuesta adecuada en medio de un contexto de crisis económica que aquí en Estados Unidos está a punto de originar el cierre de los albergues para homeless, refugios que viven del subsidio público para los pobres entre los pobres en Estados Unidos.
El temor es que los pobres desesperados vuelquen sus expectativas a los cantos de sirena del caudillismo autoritario. Y esto podría pasar no sólo al Sur del Río Grande, sino en cualquier otra latitud del mundo donde la desesperanza se convierte en un catalizador político.
La movida de Toledo en Washington ha logrado movilizar un resorte inicial del complejo engranaje que forma la comunidad política, económica y social de los Estados Unidos.
La pobreza y su no solución y crecimiento puede llegar a ser una amenaza para la gobernabilidad y sostenibilidad de la democracia en la región.
Las recomendaciones de políticas públicas contenidas en la Agenda Social son una respuesta a este fenómeno social. Los pueblos esperan que la democracia mejore su calidad de vida. Ya no basta ir a votar. Si bien la democracia no se come, como decía un general. Debe servir al menos para alimentar la esperanza. La esperanza de acortar las desigualdades económicas y sociales.
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1 comentario:
El nivel del Presidente Toledo tiene un gran reconocimiento afuera, y ahora empieza a ser reconocido en el Perú.
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