28 diciembre, 2009

El Síndrome Canola

El informe que publica hoy el diario Correo (28/12/2009) dando cuenta del fracaso de la siembra de Canola en las zonas altoandinas -producto bandera del programa de gobierno “Sierra Exportadora”-, da pie para explicar y definir un modelo de gestión pública producto del desorden y el apuro.

Un arquetipo político que busca primero el anuncio grandilocuente, sin importarle el sustento mismo del anuncio y su viabilidad y sostenibilidad en el tiempo.

Señala el informe periodístico que en abril del 2007 se lanzó la campaña nacional de siembra de canola en 50 mil hectáreas altoandinas, las cuales –se dijo– generarían unos 40 mil puestos de trabajo en esas zonas deprimidas y olvidadas del Perú.

Dos años después, el proyecto ha resultado un fracaso, entre otras cosas, porque no se tomaron en cuenta las recomendaciones técnicas de la Universidad Nacional Agraria La Molina, que sugería realizar primero una experiencia piloto para extraer conclusiones y mejorar el resultado.

Tampoco se utilizó la tecnología necesaria y, por si fuera poco, la siembra de la semilla –con resultados exitosos en Canadá, China, India y Alemania–, se realizó fuera de la fecha recomendada, es decir, fuera de temporada.

Apuro, negligencia, desesperación, por colocar el anuncio en medios, antes que pensar en el proyecto mismo.

Sierra Exportadora fue una de las pocas novedades que trajo este gobierno. Interesante, como focalización de la reivindicación histórica de la columna vertebral de la nación peruana, pero un fracaso total desde el manejo de la cosa pública.

El Síndrome Canola se aplica a aquellos actos que revelan una mala gestión de gobierno; define las acciones realizadas desde el poder con el único propósito de impactar en la audiencia aún a costa de crear falsas expectativas.

El Síndrome Canola es un conjunto de síntomas y signos que revelan el fracaso de un modelo de gobernanza que antepone lo mediático a la gestión por resultados. La premura a la planificación. La inmediatez al largo plazo.

Es también una actitud de aquellos funcionarios públicos que buscan complacer al jefe del Estado presentándole proyectos efectistas antes que efectivos.

El Síndrome Canola, por eso, es una enfermedad de la política. Define un modelo negligente de gobierno que apura las cosas desde la cúpula del poder y, desde la base del mismo, empuja el carro en la misma y suicida dirección.

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