07 diciembre, 2009

La decisión de Manuel Rodríguez Cuadros

El proceso de toma de decisiones ha sido mejor estudiado, dentro de las ciencias sociales, en política exterior que en política interna. Es un proceso complejo que puede ser racional o emotivo; matemático o intuitivo, que depende de una serie de factores, incluso psicológicos, de quien asume la decisión, muchas veces en solitario.

El proceso de toma de decisiones se conoce en inglés como Decision Making, y está ligado a situaciones de nivel límite. Tanto el político local como el encargado de las relaciones exteriores son permanentes tomadores de decisiones, aunque la naturaleza de las mismas sea distinta.

El político local mira principalmente su interés personal. El encargado de política exterior coloca el foco en el interés del Estado.

Esto no quiere decir que el responsable internacional carezca de intereses particulares, ni que el político local sea un hedonista consumado.

Lo que diferencia a ambos personajes es el acento que ponen en el interés que prima al momento de asumir su decisión y fijar una postura.

Si prima el interés personal se acercaran más al modelo de politicastro tradicional. Si, por el contrario, privilegian la variable país, entonces, estamos frente a un hombre de Estado.

El hombre de Estado no es un hombre desprendido. Es un hombre que elige entre varias alternativas posibles, luego de un sereno análisis de hechos y escenarios actuales y futuros.

A diferencia del político local, acostumbrado a decidir sobre emociones, el hombre de Estado decide sobre razones. Entre las incertidumbres y dudas en que se debate la política local, las relaciones exteriores deben ser fijadas sobre certezas.

No sabemos qué factores habrán pesado en la decisión del gobierno de Alan García para colocar al ex canciller de Alejandro Toledo como embajador del Perú en Bolivia.

Puede verse como la mejor alternativa que tiene el país para recomponer las deterioradas relaciones peruano-bolivianas. O como la carta marcada del gobierno para quitarse de encima a un hombre inteligente y crítico del manejo de la relación peruano-chilena. O como ambas cosas.

Pero eso implica ver solo un lado de la ecuación. En el otro extremo, está la importancia que el propio Manuel Rodríguez Cuadros habrá tenido que sopesar para aceptar el encargo.

Por los antecedentes que conocemos, podemos decir que más que una decisión política lo que en su caso ha prevalecido es una decisión de Estado.

1 comentario:

Anónimo dijo...

CREO QUE EL GOBIERNO HA HECHO BIEN EN NOMBRAR A UN HOMBRE QUE CONOCE EL TEMA DE POLITICA EXTERIOR. AL COMIENZO LO MALTRATARON CON LA DENUNCIA ABSURDA DEL ALQUILER DE SU RESIDENCIA, PERO ESTE NOMBRAMIENTO BORRA ESE YERRO DEL GOBIERNO. HOY TENEMOS A UN EMBAJADOR A LA ALTURA DE LAS RELACIONES QUE DEBEMOS BUSCAR CON BOLIVIA. NADA MEJOR QUE UN CUSQUEÑO PARA ENTENDER A NUESTROS HERMANOS AYMARAS.