15 junio, 2018

Ni siesta ni duermevela


Lentamente, de a pocos, el presidente Vizcarra parece sacudirse de la siesta moqueguana. La tozudez del Congreso en usar su fuerza numérica —y solo su fuerza—, esperemos, lo terminarán de despertar.
El Congreso es el que gobierna. Ese el mensaje que acaba de enviarle la Plaza Bolívar a la Plaza Mayor al aprobar por insistencia la “Ley Mordaza” —así la ha llamado el Presidente Vizcarra a la ley que prohíbe la publicidad oficial en medios privados.
Las leyes las aprueba el Congreso, pero las refrenda el Presidente de la República. Excepto, como ha ocurrido ahora, cuando el Legislativo apela al mecanismo de insistencia y aprueba la norma.
El Poder Legislativo y la mayoría que lo maneja han ido en contra de la opinión del Jefe del Estado. Se han enfrentado a él, recortándole la posibilidad de usar los medios de comunicación privados para difundir sus actos de gobierno.
Peor aún, el Congreso le ha recortado a parte de la ciudadanía su derecho a ser informado. No es mermelada. Es derecho a la información.
Lo que le queda ahora al Ejecutivo es plantear una acción de inconstitucionalidad, con aprobación del Consejo de Ministros. Y pechar al Congreso ante el Tribunal Constitucional.
Ese es el camino legal.
El camino mediático y de la opinión pública es otra cosa. Aquí el presidente Vizcarra debe salir de sus mensaje por Twitter y hablar alto y fuerte, de cara a la ciudadanía.
Si el Presidente quiere dejar en claro quién gobierna en el país debe salir de la burbuja de las redes sociales y ganar en la arena política. Nunca como ahora, los medios de comunicación lo van a apoyar.
Puede ganar la opinión pública. Lo acaba de experimentar al aprobar la ley para que la SBS supervise a las cooperativas. Con esa acción quedó clara su postura de lucha contra el lavado de activos.
Hoy se requiere una acción mayor. Debe ser firme en su postura ante el TC. Aunque no lo crea, esta actitud lo ayudará a reconfigurar el escenario político. Lo fortalecerá y puede ayudar a borrar la sombra de indefinición y debilidad que pesa sobre sus hombros.
El presidente tiene que defender ante la opinión pública que no está dispuesto a ser rehén del Congreso. Tiene que desnudar las intenciones de la mayoría parlamentaria. Sin exageraciones. Ni exabruptos.
Simplemente, respetando el derecho que tiene la ciudadanía a ser informado. La voluntad del Ejecutivo de restringir la publicidad oficial ya estaba clara. Nada de Cherrys tontos e ineficaces. Información necesaria, utilitaria. Cero autobombos.
Y para eso se requiere estar despierto, muy despierto. Ni siesta moqueguana, ni duermevela. Ojos de gato, Presidente. Abiertos y vigilantes aún en la oscuridad.


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